Para conocer de donde nace el miedo, hemos de hablar
brevemente primero de la amígdala . La amígdala es una pequeña área del cerebro
encargada, entre otras funciones, de disparar las alertas en situaciones de
peligro provocándonos la sensación de miedo.
En 2013, un grupo de doctores de la Universidad de Iowa
dirigidos por el profesor de psiquiatría John A. Wemmie , llevaron a cabo un
estudio sobre una mujer de unos 40 años cuya amígdala había resultado dañada en
la adolescencia a causa de la . Identificada como SM, esta mujer no había
sentido ningún tipo de temor desde su juventud, ni siquiera cuando fue víctima
de un atraco.
Fueron muchas y variadas las pruebas por las que pasó SM,
pero todas obtuvieron un nulo resultado, desde tocar una serpiente hasta ver
películas de terror como El resplandor. No sentía miedo ni sensación que se le
aproximara.
Entonces la sometieron la prueba de la inhalación de dióxido
de carbono . La dificultad para respirar provocó en SM una rápida respuesta de
súbito y verdadero pánico que la condujo a gritar pidiendo ayuda.
La conclusión del estudio fue que la amígdala es la
encargada de ponernos en alerta en el caso de peligros que provienen del
exterior de nuestro cuerpo. De los peligros que proceden del interior pueden,
en caso de que la amígdala esté dañada, avisarnos otras áreas cerebrales como,
por ejemplo, el tallo cerebral.
Así pues, aunque es la amígdala nos advierte del peligro que
nos acecha, ahora sabemos que los peligros que surgen en el interior de nuestro
cuerpo también activan las alertas en otras partes de nuestro cerebro.
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