martes, 11 de abril de 2017
Pasar Debajo de Una Escalera ¿Es Mala Suerte?
La escalera apoyada en una pared forma un triángulo que se
identifica con la Santísima Trinidad. Atravesarlo es profanar lo sagrado.
Algunas personas hacen hasta lo imposible para no pasar
debajo de una escalera; incluso se arriesgan a caminar entre los automóviles.
Para otras el riesgo está en mojarse con pintura o en recibir el golpe de la
escalera si esta les cae encima.
La superstición se relaciona con las creencias cristianas.
La escalera que se apoya en una pared o en un árbol forma un triángulo que se
identifica con la Santísima Trinidad. Atravesarlo es profanar lo sagrado y
atraer al demonio.
Las primeras representaciones de la Crucifixión alimentaron
la idea de que la escalera simbolizaba tanto a Dios como a Satanás.
En ellas, Satanás, furioso porque la muerte de Jesucristo ha
salvado a la humanidad, se encuentra de pie debajo de una escalera que está
apoyada en la cruz.
El área entre la escalera y la cruz estaba bajo el dominio
del diablo, así que solo quien lo adorara pasaría por allí. Sin embargo, hacer
el signo de la cruz con los dedos pone a salvo a la persona, lo cual impide a
Satanás tomar venganza.
Sin embargo, esta superstición ya existía antes del
nacimiento de Jesús. En el antiguo Egipto, Osiris, el dios del Sol, estaba en
guerra constante con Set, el amo de las tinieblas. Después de una victoria, Set
empujó a Osiris a la oscuridad de la tumba.
Horus, el dios del Sol naciente, de cabeza de halcón, ayudó
a su padre a salir de las tinieblas con dos poderosos hechizos: una escalera y
el signo de la "V" hecho con dos dedos.
En algunas tumbas egipcias se han encontrado amuletos de
buena suerte en forma de pequeñas escaleras, y algunas personas aún usan
versiones modernas de dichos amuletos.
En algunos países, las escaleras se asocian con los
criminales y con la muerte, pues los verdugos hacían las horcas apoyando una
escalera en un árbol. Después de la ejecución, nadie se atrevía a pasar debajo
de la escalera, por temor a encontrarse con el fantasma del ahorcado.
En Francia, antes de que se usara la guillotina, a los
condenados se les hacía pasar por debajo de la escalera que los llevaba al
cadalso.
Cada vez que el verdugo tenía que subir o bajar de la
escalera, tomaba la precaución de escupir varias veces entre los travesaños
para asegurarse de rechazar las maldiciones del condenado.
Existen varias formas de contrarrestar esa infracción:
cruzar los dedos y mantenerlos así hasta ver a un perro; escupir sobre un
zapato y dejar que la saliva se seque allí; incluso hacer el signo de la
"figa" cerrando el puño con el pulgar metido entre el dedo medio y el
índice.
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