viernes, 16 de noviembre de 2012
La Boda De XDZUNUUM
Una mañana llena de sol, la colibrí, o xdzunuúm que es su
nombre en lengua maya, estaba parada sobre la rama de una ceiba y lloraba al
contemplar su pequeño nido a medio hacer. Y es que a pesar de que llevaba días
buscando materiales para construir su casa, sólo había encontrado unas cuantas
ramas y hojas que no le alcanzaban. La xdzunuúm quería acabar su nido pronto,
pues ahí viviría cuando se casara, pero era muy pobre y cada vez le parecía más
difícil terminar su hogar y poder organizar su boda.
La xdzunuúm era tan pequeña que su llanto apenas se
escuchaba; la única en oírlo fue la xkokolché, quien voló de rama en rama hasta
encontrar a la triste pajarita. Al verla, le preguntó:
—¿Qué te pasa, amiga xdzunuúm?
—¡Ay! Mi pena es muy grande —sollozó más fuerte la xdzunuúm.
—Cuéntamela, tal vez yo pueda ayudarte —dijo la xkokolché.
—¡No! Nadie puede remediar mi dolor —chilló la xdzunuúm.
—Ándale, platícame qué tienes —insistió la xkokolché.
—Bueno —accedió la xdzunuúm—. Fíjate que me quiero casar,
pero mi novio y yo somos tan pobres que no tenemos nido ni podemos hacer la
fiesta.
—¡Uy! Eso sí que es un problema, porque yo soy pobre también
—respondió la xkokolché.
—¿Lo ves? Te lo dije, nadie me puede ayudar —gritó la
xdzunuúm.
—No llores, espérate, ahorita se me ocurre algo —aseguró la
xkokolché. Las dos aves pensaron un rato; desesperada, la xdzunuúm ya iba a
llorar de nuevo, cuando la xkokolché tuvo una idea:
—Mira, tú y yo solas no vamos a poder con la boda. Tenemos
que llamar a otros animales para que nos ayuden.
Apenas acabó de hablar, la xkokolché entonó una canción en
maya, que decía así:
U tul chichan chiich, u kat socobel, ma tu patal xun, minaan
y nuucul.
De esta forma, la xkokolché contaba que una pajarita se
quería casar, pero no tenía recursos para hacerlo. Luego repitió la canción;
como su voz era tan dulce, algunos animales y hasta el agua y los árboles se
acercaron a escucharla. Cuando ella los vio muy atentos a sus palabras, les
pidió ayuda con este canto:
Minaan u xbakal, minaan u nokil, minaan u xanbil, minaan u
xacheil, minaan u neeneíl, minaan u chu-cí, minaan u necteíl.
Con esas palabras, la xkokolché les explicaba:
No tiene el collar, no tiene el vestido, no tiene los
zapatos, no tiene el peine, no tiene el espejo, no tiene los dulces, no tiene
las flores.
Mientras la xkokolché cantaba, la xdzunuúm derramaba gruesos
lagrimones. Así, entre las dos lograron que todos los presentes quisieran
ayudar. Por un momento, se quedaron callados, luego, se escucharon varias
voces:
—Que se haga la boda, yo daré el collar —dijo el ave
xomxaníl, dispuesta a prestar el adorno amarillo que tenía en el pecho.
—Que se haga la boda, yo daré el vestido —ofreció la araña y
empezó a tejer una tela muy fina para vestir a la novia.
—Que se haga la boda, yo daré los zapatos —aseguró el
venado.
—Que se haga la boda, yo daré el peine —prometió la iguana y
se quitó algunas púas de las que cubren su lomo.
—Que se haga la boda, yo daré el espejo —afirmó el cenote,
pues su agua era tan cristalina que en ella podría contemplarse la novia.
—Que se haga la boda, yo daré los dulces —se comprometió la
abeja y se fue a traer la miel de su panal.
Con eso, ya estaba listo lo necesario para la boda. La
xdzunuúm lloró de nuevo, pero ahora de alegría. Luego, voló a buscar al novio y
le dijo que ya podían casarse. A los pocos días, se celebró una gran boda, y
por supuesto, la xkokolché fue la madrina. En la fiesta hubo de todo, porque
los invitados llevaron muchos regalos. Desde entonces, la xdzunuúm dejó de
lamentar su pobreza, pues supo que contaba con grandes amigos en el mundo maya.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario