martes, 6 de noviembre de 2012
El Rapto De Perséfone
Al contrario de lo que ocurría en la Arcadia, aquí en el
reino de Hades, las personas sufren castigos sin cuento y su dolor no encuentra
consuelo. Por eso nadie quiere estar dentro del Hades más que el tiempo mínimo
para cumplir una misión. El rey del mundo subterráneo, no tiene sensibilidad ni
se anda con miramientos en su trato con las criaturas o los héroes mortales;
hasta raptó a su propia mujer cuando estaba recogiendo flores en el campo y la
obligó por la fuerza a casarse con él. La esposa de Hades ciertamente, era
Perséfone una hermosa e inocente muchacha que, cuando se encontraba paseando y
en compañía de doncellas y amigos, se encontró de repente ante la presencia de
Hades que había subido a la superficie de la tierra para observar a las hijas
de los mortales y, como se prendara de la muchacha que tenía junto a él, pidió
a los padres de de la joven que le permitieran llevársela con él al Hades para
hacerla su esposa.
Los padres de Perséfone eran Zeus, dios Rey del Olimpo, y
Deméter, la diosa de los campos y de la abundancia de las cosechas. El
dios Rey del Olimpo dios su
consentimiento a la boda de Hades y Perséfone, pero Deméter se opuso al
casamiento de su hija con el dios del inframundo, por lo que, un día que la
joven recogía flores en el campo y jugaba y cantaba con sus damas de compañía y
amigos, Hades la raptó sin contemplaciones y se la llevo al mundo subterráneo,
al Hades, donde enseguida se casaron.
El relato del mito habla de que fue el bondadoso consejero
Euboleo quien le dijo a Deméter cómo había visto a Hades raptar a su hija
Persfone.
Según la leyenda Euboleo estaba en un encinar, cuidando una
manada de cerdos, de ahí que se le conozca con el nombre de “Euboleo el
porquero” cuando un ruido ensordecedor llamó su atención. Observó que el
cercano valle, hasta entonces pleno de colorido y belleza, cubierto de tupida
hierba que, que cubría de flores silvestres que ahí resaltaban, se comenzó a
trocar oscuro y gris. Entonces, vio que la tierra se abría para formar un
enorme agujero que crecía por momentos, y que engullía con ansiosa voracidad
todo cuanto encontraba a su paso: flores, hierbas, árboles…Hasta la piara de
cerdos de Eubuleo se la tragó la tierra.
De su hondura cavernosa surgió como por ensalmo, una reata
de negros corceles enganchados, todos ellos, a una carro chirrión conducido por
un ser con figura de hombre y de cabeza invisible. Apenas transcurrieron unos
instantes y ya las caballerías volvían grupas adentrándose en el oscuro pozo
por donde acababan de salir. Pero el carro llevaba una preciada carga que su
misterioso conductor sujetaba con fuerza. Se trataba de una muchacha que
lloraba y gritaba llamando a su madre. Acababa de tener lugar un hecho
mitológico que pasaría a la historia con el nombre de “El rapto de Persfone”.
Euboleo, el unido testigo, sabría más tarde que Hades, el
rey de los abismos subterráneos conducía el carro que trasportaba a la
desdichada joven Perséfone hasta sus terribles dominios. Y cuando Deméter,
madre de la infortunada muchacha, pasó por aquellos lugares buscando a su hija
Perséfone, Euboleo le contó cuanto había visto.
Sin perder un instante, Deméter pidió a los dioses del
Olimpo que intercedieran ante Hades para que el dios del inframundo le
devolviera a su hija. Los dioses se reunieron para dictaminar y, con Zeus a la
cabeza, acordaron que Perséfone permaneciera la mitad del año en compañía de su
madre Deméter, en la superficie de la tierra.
Cuando Perséfone subía a la tierra empezaba la Primavera, y
cuando bajaba al Hades se acababa la estación de las flores, y del estío
comenzaba el invierno. De esta manera casa año se renovaba la naturaleza y
todas las criaturas que habitaban sobre la superficie de la Tierra.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario