viernes, 16 de noviembre de 2012
Las Profecías De Los Hopis
Las profecías de los indios hopi fueron transmitidas por un
anciano curandero llamado Soloho. Los relatos Hopi dan cuenta de tres mundos
diferentes antes del actual:
"... El primero era el mundo en el que el Creador situó
a los seres humanos. Mientras éstos vivieron en equilibrio y armonía, se les
permitió residir allí. Cuando rompieron la armonía con el Espíritu, éste
decidió efectuar una depuración. Entonces el Creador hizo que los volcanes
entraran en erupción, arrojando rocas volcánicas por toda la región. Las
erupciones provocaron también la efusión de gases que se extendieron sobre la
tierra y mataron a todos aquellos que no se habían escondido en su refugio todo
el tiempo que el Creador les había prescrito”..
El primer mundo fue destruido por el fuego, dato corroborado
por el período de actividad volcánica que asoló Arizona alrededor de 250.000
años atrás y que dejó huellas irrefutables.
"Una vez terminada la depuración salieron de nuevo y
repoblaron la Tierra. Era el segundo mundo. Sus habitantes vivieron en él
durante más tiempo que el primero. Pero volvieron a perder su equilibrio.
Creyeron que ya conocían todas las respuestas, y dejaron de escuchar al
Espíritu. El Creador consideró que había llegado el momento de una nueva
purificación. Esta vez se pidió a los guardias espirituales que protegían a los
Polos Norte y Sur que abandonaran sus puestos y dejasen que la Tierra girara
libremente. Y la Tierra giró libremente. Fue un cambio polar. Los Vendavales
azotaron el planeta y vastos campos de hielo se extendieron sobre él”..
Pueblo hopi
El segundo mundo fue destruido por el hielo, lo que coincide
con la terrible glaciación que descendió hasta Arizona hace alrededor de
100.000 años.
"En el tercer mundo, los seres humanos poblaron la
Tierra con mucha mayor extensión a como lo habían hecho antes. Construyeron
grandes ciudades y máquinas capaces de hacer cosas muy diversas, incluso
máquinas que podían volar. Emprendieron guerras entre ciudades, establecieron
límites en la tierra y utilizaron objetivos destructivos. Una vez más el
creador vió llegada la hora de una depuración. En esta ocasión hizo que las
aguas de los océanos se desbordasen y cayeran grandes diluvios del cielo. Esta
depuración adoptó la forma de una gigantesca inundación. Entonces, la gente
llamada a sobrevivir en este continente: un hombre con sus dos hijos y sus
familias. A uno de ellos se le encomendó que viajara al Este y repoblara la
Tierra, mientras que el otro se dirigió al Oeste. El que siguió el camino del
Oeste fue el primer Hopi. El que se trasladó al este fue llamado el Verdadero
Hermano Blanco...".
Muchacho hopi.
El tercer mundo, fue destruido por el agua, lo que
corresponde al diluvio - universal - que asoló Arizona hace unos 12.000 años,
con motivo de la fusión del hielo al finalizar el período glacial precedente.
"Una vez establecidos en sus tierras, guiadas por la
estrella azul Kachina, se les encomendó que aguardaran la llegada del Verdadero
Hermano Blanco. Entonces llegaron los españoles, y los Hopi preguntaron: ¿Sois
vosotros el Verdadero Hermano Blanco? Pero los españoles replicaron: ¿Dónde está
el oro, dónde está el hierro amarillo?, y los Hopi supieron que no lo eran.
Cuando llegaron los demás europeos, los Hopi preguntaron: ¿Sois vosotros el
Verdadero Hermano Blanco?, Pero aquellas gentes sólo deseaban ir a California,
y respondieron: allí es donde está el oro. Nos vamos a California".
Los Hopi tienen lápidas de piedra. En ellas hay
inscripciones alusivas a todo cuanto ocurrirá después de la próxima depuración.
Esas lápidas anunciaron a los Hopi que primero llegarían gentes acompañadas de
extraños animales tirando de cajas (vagonetas) y que más tarde las cajas se
moverían por sí solas (trenes y automóviles). Les dijeron también que se
extendería un hilo plateado a través de la tierra: la carretera 66.
Leyeron también que verían telas de araña en el cielo a
través de los cuales la gente podría hablar (líneas telefónicas), y que
llegaría el momento en que el águila caminaría sobre la luna. Cuando el
astronauta americano Neil Amstrong bajó de su nave espacial.
Averiguaron así mismo que llegaría la hora en que dos
potencias sacudirían la Tierra por dos veces. El símbolo de una de ellas sería
el Sol naciente (Japón), y el de la otra sería el signo de las cuatro
direcciones (Alemania). Durante la Primera Guerra Mundial, los alemanes usaron
la cruz de Malta como insignia propia; en la segunda, adoptaron la esvástica
(invertida), ambos símbolos de las cuatro direcciones.
Se dijo a los Hopi que en el transcurso de este gran
conflicto, una potencia vertería una calabaza de cenizas desde el cielo, que
haría hervir los ríos y mataría los peces. Se trataba de la bomba atómica.
También se dijo al pueblo Hopi que viajaría a un lugar donde
se reuniríantodas las naciones del mundo y trataría de hablarles para
convencerlas de que volvieran a las costumbres sagradas. Representantes Hopi
fueron cuatro veces al edificio de las naciones Unidas... no les fue permitido
dirigirse a toda la Asamblea General. Las profecías habían advertido que si
esto ocurría, la hora de la depuración sería inminente. De modo que los Hopi regresaron
a sus tierras.
La cuarta depuración se produciría de dos maneras. Una forma
supondría la acción de los cuatro elementos. Esto implica que asistiríamos a
grandes inundaciones en muchos lugares, los vientos más intensos que hubiésemos
visto jamás, temblores de tierra y erupciones volcánicas. Veríamos como la
tierra, el agua, el fuego y el aire participan en el proceso de depuración....
La otra forma en que se llevaría a cabo la depuración
tendría como protagonista a un pueblo de piel rojiza. Un día llegaría a esta
tierra y la conquistarían. Se advirtió a los Hopi que, si esto sucedía, no
debían salir de sus casas porque habría una sustancia en el aire que los
mataría.
"... se dijo a los Hopi que, después de la
purificación, los supervivientes quizá conservarían la misma religión que
tenían; o tal vez buscaran una nueva, o incluso podrían haber evolucionado
hasta tal punto, que ya no necesitarían religión alguna...".
Por último recordaremos parte de la profecía HOPI de LA
ESTRELLA AZUL KACHINA ( Sirio)"Cuando la Estrella Azul Kachina haga su
aparición en los cielos, el Quinto Mundo emergerá. Ese será el día de la
Purificación. Eso sucederá cuando Saquasohuh, (Estrella Azul) Kachina baile en
la plaza y remueva su máscara"..."La Tercera Guerra Mundial será
iniciada por aquellas personas que primero revelaron la luz (la divina
sabiduría) en el viejo mundo conocido (India, China, Naciones Islámicas, y
Africa). Gran parte de Los Estados Unidos sucumbirán, tanto la tierra y la
gente que habita en ellos, por medio de "bolas de cenizas" que caerán
en la tierra haciendo hervir los rios e incendiarán la tierra, donde no
crecerán plantas por muchos años y causarán enfermedades que ninguna medicina
podrá curar." ..."Solo la gente materialista es la que busca construir
refugios. Aquellos que tengan paz en sus corazones ya están en el gran refugio
de la vida. No existe el refugio para la maldad. Aquellos que no tomen parte en
el intento por dividir al mundo ya sea por cualquier motivo, raza o religión,
están preparados para la vida en el nuevo mundo que se avecina, ya sean ellos
negros, blacos, rojos, o amarillos. Todos son uno, todos somos hermanos".
Leyenda De Cerro Largo
La muchacha nunca había visto algo así. El cuerpo de aquel
hombre cubierto de metal reflejaba destellos hirientes del Sol que nacía más
allá de la Laguna Pequeña, del Sol que aparecía cada día sobre el misterioso
confín del mar. Se aproximó con curiosidad y le sonrió. El extranjero - joven,
alto, de intensa palidez- le devolvió la sonrisa. Quizás venía de las lejanas
montañas del Oeste, donde se extrae metal resplandeciente desde la entraña de
la tierra y eso explicaría el brillo de su atuendo luminoso; pero no lucía el
poncho multicolor de los collas ni tenía sus rasgos físicos. Entonces la
muchacha se puso en guardia. Pensó por un momento que quizás aquel joven fuera
de los nuevos invasores de los que se hablaba con preocupación; pero se
tranquilizó porque, se dijo, un invasor puede mirar con codicia o deseo, pero
no sonreír de esa forma. Ella le ofreció frutos y harina de pescado y él le
acarició la mejilla con una mano tan pálida como su rostro. Ella le dejó hacer,
entre sorprendida y complacida. Después volvió corriendo a la aldea, pero no
dijo nada. Debía hacerlo, pero no contó nada.Al día siguiente él todavía estaba
allí. Había construido un pequeño refugio, las piezas de metal de su vestidura
descansaban junto al fuego.
Ella lo invitó a la aldea, pero él dio señales de no
comprender sus palabras. Repitió la invitación en guaraní, que es la lengua más
universal, y entonces él pareció comprender y se negó sonriendo.Comieron juntos
y ella volvió a alejarse. Esa noche la muchacha preguntó a los ancianos cómo
eran los invasores que venían del otro lado del mar.
Le explicaron que la piel
era muy pálida, y que tenían en el rostro un espeso vello que les cubría la
boca y el mentón. Esto último la tranquilizó: su amigo desconocido era pálido,
pero tenía un rostro sin vellos. El quinto día de sus encuentros secretos él la
tomó entre sus brazos y la besó en los labios. Ella había entrecerrado sus ojos
y después del beso los abrió con una intensa expresión de felicidad. Pero -
todavía muy próxima al rostro del hombre- observó con horror que cerca de los
labios y en el mentón del fascinante extranjero se podía advertir el nuevo
brote de un vello espeso y negruzco que seguramente el joven había quitado
antes de su primer encuentro con ella.
"¡Los invasores!" pensó, mientras
se apartaba bruscamente. De pronto, el joven dejó colgar sus brazos junto al
cuerpo. Miraba al cielo y se tambaleaba, alcanzado en el corazón por una
flecha. La muchacha sintió un crujir de ramas a su espalda, se volvió y se
encontró con el viejo cacique que ya levantaba su maza de piedra para matarla.
Cuando ella cayó al suelo, mortalmente herida, la tierra se estremeció y bramó
de dolor.
La felicidad, tan reciente, no tuvo tiempo de alejarse del horror
recién nacido. El cuerpo que ya moría no soportó el choque de sentimientos tan
intensos y se rasgó hasta las entrañas con un ruido horrísono de trueno. El
cielo se oscureció y temblaron el palmar y el monte nativo, mientras los
pájaros alzaban vuelo bruscamente gritando asustados.
Temblando, estremeciéndose,
la tierra se tragó a la muchacha. Relámpagos ininterrumpidos daban al ocaso una
claridad espectral mientras una cortina de lluvia hacía invisible el horizonte.
Cuentan que al amanecer la tierra se había elevado en suaves colinas que daban
forma a un inmenso cuerpo de mujer yacente. Dicen que así nació el Cerro Largo.
La Boda De XDZUNUUM
Una mañana llena de sol, la colibrí, o xdzunuúm que es su
nombre en lengua maya, estaba parada sobre la rama de una ceiba y lloraba al
contemplar su pequeño nido a medio hacer. Y es que a pesar de que llevaba días
buscando materiales para construir su casa, sólo había encontrado unas cuantas
ramas y hojas que no le alcanzaban. La xdzunuúm quería acabar su nido pronto,
pues ahí viviría cuando se casara, pero era muy pobre y cada vez le parecía más
difícil terminar su hogar y poder organizar su boda.
La xdzunuúm era tan pequeña que su llanto apenas se
escuchaba; la única en oírlo fue la xkokolché, quien voló de rama en rama hasta
encontrar a la triste pajarita. Al verla, le preguntó:
—¿Qué te pasa, amiga xdzunuúm?
—¡Ay! Mi pena es muy grande —sollozó más fuerte la xdzunuúm.
—Cuéntamela, tal vez yo pueda ayudarte —dijo la xkokolché.
—¡No! Nadie puede remediar mi dolor —chilló la xdzunuúm.
—Ándale, platícame qué tienes —insistió la xkokolché.
—Bueno —accedió la xdzunuúm—. Fíjate que me quiero casar,
pero mi novio y yo somos tan pobres que no tenemos nido ni podemos hacer la
fiesta.
—¡Uy! Eso sí que es un problema, porque yo soy pobre también
—respondió la xkokolché.
—¿Lo ves? Te lo dije, nadie me puede ayudar —gritó la
xdzunuúm.
—No llores, espérate, ahorita se me ocurre algo —aseguró la
xkokolché. Las dos aves pensaron un rato; desesperada, la xdzunuúm ya iba a
llorar de nuevo, cuando la xkokolché tuvo una idea:
—Mira, tú y yo solas no vamos a poder con la boda. Tenemos
que llamar a otros animales para que nos ayuden.
Apenas acabó de hablar, la xkokolché entonó una canción en
maya, que decía así:
U tul chichan chiich, u kat socobel, ma tu patal xun, minaan
y nuucul.
De esta forma, la xkokolché contaba que una pajarita se
quería casar, pero no tenía recursos para hacerlo. Luego repitió la canción;
como su voz era tan dulce, algunos animales y hasta el agua y los árboles se
acercaron a escucharla. Cuando ella los vio muy atentos a sus palabras, les
pidió ayuda con este canto:
Minaan u xbakal, minaan u nokil, minaan u xanbil, minaan u
xacheil, minaan u neeneíl, minaan u chu-cí, minaan u necteíl.
Con esas palabras, la xkokolché les explicaba:
No tiene el collar, no tiene el vestido, no tiene los
zapatos, no tiene el peine, no tiene el espejo, no tiene los dulces, no tiene
las flores.
Mientras la xkokolché cantaba, la xdzunuúm derramaba gruesos
lagrimones. Así, entre las dos lograron que todos los presentes quisieran
ayudar. Por un momento, se quedaron callados, luego, se escucharon varias
voces:
—Que se haga la boda, yo daré el collar —dijo el ave
xomxaníl, dispuesta a prestar el adorno amarillo que tenía en el pecho.
—Que se haga la boda, yo daré el vestido —ofreció la araña y
empezó a tejer una tela muy fina para vestir a la novia.
—Que se haga la boda, yo daré los zapatos —aseguró el
venado.
—Que se haga la boda, yo daré el peine —prometió la iguana y
se quitó algunas púas de las que cubren su lomo.
—Que se haga la boda, yo daré el espejo —afirmó el cenote,
pues su agua era tan cristalina que en ella podría contemplarse la novia.
—Que se haga la boda, yo daré los dulces —se comprometió la
abeja y se fue a traer la miel de su panal.
Con eso, ya estaba listo lo necesario para la boda. La
xdzunuúm lloró de nuevo, pero ahora de alegría. Luego, voló a buscar al novio y
le dijo que ya podían casarse. A los pocos días, se celebró una gran boda, y
por supuesto, la xkokolché fue la madrina. En la fiesta hubo de todo, porque
los invitados llevaron muchos regalos. Desde entonces, la xdzunuúm dejó de
lamentar su pobreza, pues supo que contaba con grandes amigos en el mundo maya.
lunes, 12 de noviembre de 2012
La Leyenda Del Olivo De Las Brujas
Hay un viejo Olivo en Mangliano en la Toscana donde las
personas con supersticiones han mantenido a lo largo del tiempo ciertas
creencias.
Parece que en los días en los que el Olivo era vigoroso y
exuberante, este fue muy generoso y dio cientos y cientos de kilos de olivas,
fue un olivo que en toda la Maremma no se podía encontrar uno igual.
Un día un pobre hombre que estaba a los pies del árbol, bajo
sus ramas que se doblaban hacia el suelo por el peso de sus maduras olivas le pidió
al dueño del árbol una pequeña cantidad de olivas para poder llenar su estomago
vacío. El dueño del olivo estaba negociando el inicio de la cosecha que podría
ser a la mañana siguiente, él era ambicioso y egoísta así que de manera ruda
mando alejarse al pobre hombre.
A la mañana siguiente , los hombres y mujeres que venían a
recoger la cosecha con sus grandes cestas comenzaron por el gran árbol, pero al
verlo se quedaron sin palabras; el árbol que el día anterior crecía fuerte
ahora estaba retorcido como por un remordimiento y entre su follaje no estaban
los preciosos frutos, solo algunas vulgares habas.
Una mujer desconcertada corrió a darle la noticia al dueño,
pero el dueño incrédulo le contestó de malas maneras.-“Vuelve derecha a tu
trabajo, no tengo tiempo de escuchar tonterias”, pero como la mujer insistía el
finalmente fue a ver el Olivo. Frente a sus ojos el olivo apareció con sus
ramas llenas de habas. El hombre que había sido duramente castigado salio
corriendo y desapareció. Se dice que el olivo nunca más volvió a tener olivas,
solo habas.
Las brujas tomaron posesión de esta extraña planta y ciertas
noches tu puedes oír sus siniestros gritos y el sonido de sus danzas alrededor
del retorcido tronco.
Ahora la gente pasa lejos del árbol que en sus tiempos fue
el honor de la Maremma y ha llegado a ser “El olivo de las brujas”.
El Origen De La Muerte
En este caso utilizaremos una Leyenda de Norteamérica, en
varios de los mitos sobre los orígenes de la muerte se produce una discusión
entre dos seres; en este caso es un relato de los indios chochones, habitantes
de las llanuras occidentales de Norteamérica.
En tiempos antiguos las dos
figuras más relevantes eran el Lobo y el Coyote, y era este último el que
siempre trataba de descomponer los planes del otro. Un día dijo el Lobo: cuando
una persona muere se le puede devolver la vida disparando una flecha sobre la
tierra que hay bajo ella. Pronto replicó el Coyote que no le parecía buena la
idea, ya que si toda la gente recobraba la vida acabaría por haber demasiada en
el mundo.
El Lobo aceptó su razonamiento, pero decidió que fuera el hijo del
Coyote el primero en morir, y su deseo provocó la muerte del muchacho. El
Coyote, desolado, acudió a verlo y contándole lo sucedido le recordó sus palabras:
que las personas podrían revivir disparando una flecha bajo ellas. Pero el Lobo
respondió con el argumento del Coyote y es desde entonces que así ha sucedido.
La Furia Del Lanin
Como todas las alturas de los Andes centrales, el volcán
(que por entonces aún carecía de nombre) estaba habitado, desde tiempos
inmemoriales por un poderoso Pilláñ, el espíritu de un valiente lonko (cacique)
de nombre Lanín, muerto en batalla contra los invasores del Arauco, cuya alma
se había transformado en una agresivo, aunque justo, espíritu defensor de la
naturaleza.
Pero un día, acuciados por la necesidad de carne para
alimentar a su gente y pieles para abrigarse, llegó a sus vertientes una
partida de guerreros de la tribu huiliche de Huanquimil, que venían desde muy
lejos en procura de huemules, los cuales constituían su principal fuente de
alimentos, vestimenta y toldos para sus rukas (casas).
Forasteros en la región, y sin sospechar el peligro que
significaba ascender las laderas del volcán, llegaron hasta muy alto, en
procura de los evasivos animales, pero entonces el Pilláñ, furioso por la
invasión a sus territorios desencadenó una gigantesca erupción, como nunca se
había visto en la región.
Repentinamente, el volcán sacudió su letargo de siglos y
comenzó a arrojar ardientes cataratas de lava, que rodaban por sus laderas,
calcinando todo lo que encontraban a su paso, en medio de dantescas llamaradas
y piedras candentes, acompañadas del sordo fragor que provocaban las grietas
que se abrían para tragarse a los cazadores, haciendo honor al nombre de Lanín,
el cacique encarnado en Pilláñ.
Los hombres de la tribu se reunieron para consultar a la
machi, la sacerdotisa y curandera mapuche, sin cuya opinión no podía tomarse
ninguna decisión importante. Y la decisión de la machi fue tan terminante y
dramática como lo era la furia del Pilláñ; para calmar su ira era preciso
sacrificar una virgen que fuera muy apreciada y entrañablemente querida por
toda la tribu, y sólo había una candidata: Huillêfün, la hija menor del
cacique, que debía ser arrojada viva al insondable lago de lava hirviente que
bostezaba en la parte inferior del cráter del volcán.
Aunque destrozado por la pena, el cacique no pudo hacer otra
cosa que aceptar la terrible sentencia; el portador del cuerpo de la princesa,
también designado por los dioses, debería ser el guerrero más joven que hubiera
recibido sus armas rituales: el valiente Talka, quien se sintió profundamente
afectado por la elección, ya que amaba secretamente a Huillêfün, y había
acariciado muchas veces la idea de solicitarla en matrimonio.
Luego de recibir las instrucciones del consejo de Machis,
Talka tomó el cuerpo de la muchacha entre sus brazos y ascendió con ella hasta
el lugar de la montaña donde los vientos desencadenados por el Pilláñ soplaban
con mayor violencia, sin que la boca de la virgen dejara escapar una sola
palabra de queja. Con el corazón destrozado, pero sin poder evadir su destino,
el joven dejó en el suelo el cuerpo de la princesa y comenzó a desandar el
camino hacia el valle, a reunirse con su gente, dejando a Huillêfün abandonada
a su suerte.
Sin embargo, antes de emprender el regreso quiso contemplar
una vez más el rostro de su amada y, al volverse, pudo ver el majestuoso vuelo
de un imponente cóndor que se acercaba, y cuyos ojos refulgían con llamaradas
de fuego, tan ardientes y rojas como las que desataba la furia del Pilláñ.
Sin detenerse en su vuelo, ni posarse sobre las rocas, el
enorme cóndor tomó a la joven entre sus garras y, a pesar del desesperado grito
de Talka, se elevó con ella y la arrojó a la ígnea masa que esperaba en el
fondo del cráter.
Inmediatamente, densas nubes de humo y vapor oscurecieron el
cielo y, a pesar de que el verano aún no había llegado a su fin, una espesa
nevada cubrió el cráter y el valle con un manto blanco, del mismo color que la
ropa que había cubierto el cuerpo virgen de Huillêfün.
El sacrificio de la joven y la resignada desesperación de
Talka parecieron apaciguar para siempre las iras del Pilláñ que, desde
entonces, reina sobre un paisaje calmo, sumergido y dominado por la blancura
del manto de Huillêfün y que, a partir de ese momento, recibió el adecuado
nombre de Lanín que significa hundimiento o grieta.
martes, 6 de noviembre de 2012
La Leyenda Del Balseo De Las Almas
Al atardecer, las familias de Castro se reunen en sus casas
a recrearse con esas leyendas que abundan por allí. Siendo Castro un lugar
donde llueve casi todo el año y oscurece temprano, no es de extrañar que las
familias sean numerosas.
Sentados junto al brasero, el más anciano, y por lo tanto,
más conocedor de su macabro folklore narra sus historias. Es raro encontrarse
con alguien de allá, grande o chico, a quien no le fascine oír historias de
terror y comer chapalele.
La que más espeluznaba, y por lo tanto, más se repetía, era
la siguiente:
Se dice que en Castro las almas de los muertos deben esperar
a orillas del lago llamado Cucao, la balsa de un barquero fantasma, encargado
de balsearlas hasta la orilla opuesta; hacia el lado de la montaña, en la costa
del Pacífico. Mientras esperan, las almas de los muertos se trepan a la copa de
un gran árbol que crece en el bosque cercano. Y desde allí llaman al balseador,
y sus voces semejan el lúgubre sonido del viento.
Pues bien, sucedió que hace un tiempo vivía por allí un
chilote totalmente incrédulo. Según él, tal vez hubieran almas en pena, que las
hay en toda partes, pero aquello de que un barquero viniera a llevárselas ¡eso,
imposible!
Y así tuvo la idea de dar al traste con la historia. Se
envolvió en una mortaja y, desde lo alto de un árbol de aquel bosque, comenzó a
llamar al barquero. Cuál no fue su asombro al ver que éste se apareció al
instante, como siempre que se requerían sus servicios. De inmediato se dio
cuenta de que el amortajado era un hombre vivo que había querido burlarlo y,
alejándose de allí, hizo un gesto con sus manos; de sus dedos salió una
chisguetada de algo muy hediondo que cubrió al bromista.
Bajó del árbol para lavarse en el lago, pero el mal olor
persistía. Era tan fuerte que aquellos con quienes se topó al volver a su casa
se tapaban las narices. Y al tercer día murió de un “derrepente”. Su alma,
desalojada de su incrédulo cuerpo, hubo de reunirse con las otras; pero el
barquero no le permitió subir a la balsa.
Y allí ha quedado para siempre, gimiendo y rogando en vano
al barquero, tan contumaz como el hedor que le lanzara en castigo por burlarse
de la muerte.
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