sábado, 16 de junio de 2012
Triángulo de Bennington
Cerca del monte Glastonbury, en Vermont, se encuentra el
Triángulo de Bennington, una enigmática zona boscosa donde se pierde el rastro
de las personas que un día desaparecieron y de las que nunca más se supo. La
mayoria de estas desapariciones se produjeron sin que los cuerpos de seguridad
pudieran encontrar una sola pista para averiguar que les había ocurrido. Las
víctimas eran personas de diferntes edades y de ambos sexos y todas ellas se
esfumaron en un plazo de cinco años que lleva del 1.945 a 1.950. Todas las
desapariciones ocurrieron en el último trimestre del año, entre los meses de
octubre, noviembre y diciembre, pero aparte de esto poco más se pudo saber para
conocer la naturaleza de estos hechos.
La primera desaparación ocurrida en el Triángulo de
Bennington se remonta a 1.945, un hombre llamado Henry MacDovell, evadido de un
manicomio en el que estaba recluido por ser el autor de la muerte de otro
hombre desapareció sin dejar rastro en ese lugar. Aunque no resulta extraño que
un prófugo de la justicia “desaparezca” sin dejar rastro, este suceso es ha
menudo citado como las primera de las extrañas desapariciones del Triángulo de
Bennin
El 12 de Noviembre de ese año un hombre llamado Middie
Rivers que trabajaba como guía de montaña desapareció misteriosamente ante los
ojos del grupo de turistas a los que acompañaba de regreso al campamento. Él
caminaba delante del grupo de personas por una zona que conocía sobradamente
cerca de la carretera de Long Trail y simplemente desapareció, nunca más fue
visto ni se encontraron restos o pistas que dieran respuesta a este inquietante
suceso a pesar de las batidas que la policía y voluntarios realizaron durante
días.
Un año màs tarde, concretamente el día 01 de diciembre de
1.946 una estudiante de dieciocho años de edad de nombre Paula Welden se
adentró en los bosques de la zona con la intención de hacer senderismo de
montaña. Esto es lo último que se supe de ella. Jamás salió de esos bosques y
las pesquisas iniciadas por la policía no dieron tampoco esta vez ningún
resultado.
También se reportan rumores de que en el año 1.949 tres
cazadores desaparecieron en el Triángulo de Bennington durante una jornada de
caza, aunque no se ha podido investigar si esto es verdadero o simplemente una
habladuría.
Sin embargo si se sabe que el día 1 de diciembre de ese año
un hombre llamado James E. Tetford protagonizó lo que parece ser la
desaparición más enigmática ocurrida en el Triángulo de Bennington. El señor
Tetdford desapareció mientras se encontraba en el interior de un autobús en
movimiento. Los demás pasajeros testificaron que lo vieron en el autobús, pero
para cuando éste llegó a su última parada en Bennington James Tetford había
desaparecido.
El doce de octubre del año siguiente Paul Jepson, un niño de
ocho años, desapareció de la vista de su madre mientras ésta se encontraba
realizando algunas tareas domésticas. La posterior búsqueda de los cuerpos de
seguridad fue muy exhaustiva, empleándose incluso perros para intentar seguir
el rastro del niño. Los perros avanzaron a través del bosque hasta una
autopista cercana donde perdieron el rastro. Esto hizo pensar a la policía que
la desaparición de Paul Jepson fue un secuestro y que el pequeño fue introducido
en algún vehículo que circulaba por aquella autopista.
La última extraña desaparición de la que se tiene constancia
en el Triángulo de Bennington es la de una mujer llamada Frieda Langer. El 28
de Octubre de 1.950 Frieda fue de excursión con su primo. En un momento de la
caminata, Frieda tropezó y cayó en un lugar que estaba anegado de agúa. Frieda
decidió volver al campamento para cambiarse de ropa y su primo se quedó en
aquel lugar esperando que regresara. Frieda nunca llegó de vuelta al campamento.
Se inició entonces un masivo operativo de búsqueda por tierra y aire. Policía,
bomberos, militares y voluntarios participaron durante días rastreando toda la
zona sin conseguir tampoco resultados aparentes. Pero siete meses más tarde el
cuerpo de Frieda fue encontrado en un descampado que, curiosamente, ya había
sido rastreado en los meses anteriores por la policía. Debido a las condiciones
en que se encontraba el cuerpo y al tiempo transcurrido los forenses no
pudieron determinar la causa de la muerte.
Existen varias teorías sobre la naturaleza de las
desapariciones del Triángulo de Bennington pero todas ellas siguen siendo
bastante endebles y no logran explicar por sí mismas todas las desapariciones.
La primera teoría menciona la posibilidad que durante aquel periodo hubiera un
asesino en serie por aquella zona. Si bien esto es totalmente posible, la
diferencia de sexo y edad entre las víctimas y la ausencia total de pistas o
evidencias en todos los casos, parecen echar por tierra esta tesis. No es muy
habitual encontrar un asesino que actua tan indiscriminadamente al escoger a
sus víctimas.
Otra teoría sostiene que las desapariciones se debían a
desgraciados accidentes de montaña. Las fechas en que ocurrieron todas las
desapariciones entre las estaciones de otoño e invierno son las propicias para
que el suelo del bosque aparezca cubierto de una gruesa capa de hojarasca que
oculte pozos o agujeros donde habrían caído inadvertidamente las víctimas. Sin
embargo esto no explica los casos de Frieda Langer y James Tetdford. Además, en
las búsquedas que se organizaron tampoco se encontraron pozos o simas que
pudieran explicar esta teoría.
Lo cierto es que pasado ese periodo las desapariciones
dejaron de tener lugar y actualmente no se conoce ningún otro caso que haya
tenido lugar en esa zona. Probablemente no existe un único motivo para explicar
las extrañas desapariciones del Triángulo de Bennington y sea más sensato
pensar que obedezcan a varias razones: accidentes, extravíos o secuestros…,
pero de lo que no cabe duda, es que el misterio que las rodea sigue estando
vigente y que la población local sigue considerando la zona que rodea el monte
Glastonbury como maldita.
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