miércoles, 6 de junio de 2012
Anciana Revive Después de 6 Días Muerta
En China una mujer de 95 años sorprendió terroríficamente a
sus familiares y amigos al salir de su ataúd seis días después de haberla
creída muerta, una muerte falsa de la que salió impulsada por un hambre
insaciable.
En la ciudad china de Beiliu, situada al sur del país en la
provincia de Guangxi, una mujer de 60 años descubrió una mañana que su abuela
no respondía al llamado para desayunar, por lo cual, creyendo que se había
quedado dormida, fue hasta su habitación para despertarla. Sin embargo, a pesar
de sacudirla y repetir en varias ocasiones su nombre, la anciana no respondió.
Una revisión más cuidadosa reveló que si bien su cuerpo no estaba frío, había
perdido el aliento vital.
Chen Qingwang inició entonces junto con su hijo los
preparativos para el funeral de Li Xiufeng, su pariente de 95 años. Según la
tradición, el ataúd para la mujer debe permanecer en la casa varios días antes
del entierro para que los familiares y amigos presenten sus últimos respetos. Así,
no fue sino hasta dos días después de la muerte que Qingwang depósito dentro
del féretro el cuerpo de la anciana.
Casi una semana después, un día antes de que Xiufeng
descansara ya eternamente debajo de la tierra, su nieta se asomó al ataúd solo
para encontrarlo vacío. El supuesto cadáver se había esfumado.
Aterrorizada, la mujer buscó ayuda entre los vecinos,
emprendiendo una búsqueda inmediata por los alrededores, misma que terminó
cuando encontraron a la nonagenaria mujer en su cocina, sentada en un banco,
preparando la comida del día.
“Dormí por mucho tiempo. Después de despertar sentí mucha
hambre y viene a cocinar algo para comer. Empujé mucho la tapa antes de poder
salir”, dijo Xiufeng.
De acuerdo con los médicos que la examinaron luego del incidente,
la mujer sufrió una muerte artificial durante la cual se pierde el hálito pero
la temperatura corporal se mantiene.
Paradójicamente, si bien es cierto que la tradición salvó su
vida, al no ser enterrada inmediatamente, también la dejó sin nada, pues apenas
una persona muere la costumbre obliga a quemar sus pertenencias.
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