domingo, 5 de mayo de 2019
Viaje en el tiempo del vuelo 502
El vuelo 502 de la
compañía española Aviaco, un Carabell 10-R, al mando del
comandante Carlos García Bermúdez, surcaba los cielos cubriendo el
trayecto entre Manises (Valencia) y Sondika (Bilbao) a finales de
1978. Cuando se aproximaban al aeropuerto de Sondika un espeso y
opaco manto de nubes se situó a un kilómetro de altura.
Con el visto bueno
de la torre de control inician el descenso pero tienen que parar a
12.000 pies porque les informan desde Sondika que el “campo está
bajo mínimos” y que no pueden aterrizar. Se les indicó que debían
de modificar su plan de vuelo y dirigirse hacia el aeropuerto de
Santander, a unos cien kilómetros y con unas condiciones
meteorológicas más propicias para el aterrizaje. El comandante
Bermúdez modifico la trayectoria del avión y lo situó a 10000
metros de altura en dirección hacia Santander, en apenas 15 minutos
tomarían tierra en el nuevo destino, sin embargo a 10 o 15 millas de
Sondika, algo anormal apareció frente a ellos.
Como no tenían
visibilidad debido a que volaban entre nubes iban en “vuelo
instrumental”. La tripulación pudo observar como una enorme nube
se formaba de la nada, era lenticular, compacta, enorme y tan
brillante que tanto piloto como copiloto tuvieron que ponerse gafas
protectoras para poder ver con normalidad.
De las seis
telebrújulas que llevaba el avión por triplicado, todas empezaron a
girar de forma muy rápida y anormal. Ellos llevaban rumbo oeste que
les marcaba la brújula de bitácora, pero veían que no avanzaban
porque el medidor de distancia o millas al acabar los 6 0 7 minutos
que duró el extraño fenómeno, marcaba el punto exacto en donde
estaban antes de entrar en la nube.
Los equipos de radio
de transmisión de alta frecuencia, estaban todos bloqueados por lo
que no podían contactar con la Torre de Control de Santander. El
contador del avión empezó a contar las millas hacia atrás como si
el avión fuera volando hacía atrás. Durante siete minutos, la
situación fue más que angustiosa para el comandante Bermúdez que,
con más de 11500 horas de experiencia en vuelos comerciales jamás
se había visto envuelto en una situación semejante.
Al salir de la nube,
todo volvió de repente a la normalidad, todo el instrumental retornó
a sus parámetros normales a excepción del cuenta millas que,
sorprendentemente, marcaba la misma distancia recorrida que en el
mismo momento en el que se introdujeron en la nube, como si en
aquellos siete minutos el avión no hubiese recorrido ni un solo
metro de distancia.
El vuelo 502
aterrizó minutos después sin ningún problema en Santander y allí
la tripulación dio parte de lo ocurrido. Ya en su destino
descubrieron que el último tramo del trayecto, desde Bilbao a
Santander había durado 32 minutos, diecisiete minutos más de lo que
debía de haber tardado. Nunca supieron explicar donde habían estado
los quince minutos restantes. El piloto pensó que aquella nube los
había tragado en una suerte de grieta espacio-temporal en la que el
tiempo se había ralentizado de algún modo inexplicable.
Se estudió el caso
y las posibilidades de que hubieron quedado atrapados en algún tipo
de carga de electricidad estática, pero cualquier explicación quedó
descartada. El caso ha pasado a la historia como una de las anomalías
más sorprendentes a las que se han enfrentado pilotos españoles a
lo largo de su historia. Tres décadas después, el expediente sigue
abierto.
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