martes, 7 de mayo de 2019
Ciudad encantada de la Patagonia.
La leyenda de la
Ciudad de los Césares o Encantada de la Patagonia, fue el último
gran mito de la conquista americana. Tuvo una vida muy larga que
supervivió a la conquista misma. Comenzó en 1529 y duro hasta fines
de XVIII.
La también llamada
Ciudad errante, Elelín o su más conocido nombre de los Césares, es
una ciudad de plana cuadrada, como Buenos Aires; de piedra labrada y
edificios techados con tejas. Sus templos eran de oro macizo. El
pavimento también es de oro macizo. En algunas versiones está en un
claro del bosque; en otras, en una península; otras dicen que esta
en el medio de un lago, con un puente levadizo para la única puerta
que le da acceso. Abunda en ella el oro y la plata, de la cual están
forradas las paredes, con estos metales también se hacen asientos,
cuchillos y rejas de arado. Tienen campanas y artillería, las cuales
se escuchan de lejos. Algunos dicen que al lado de ella hay dos
cerros, uno de diamante y el otro de oro.
Sus habitantes son
altos, rubios y con barba larga. Hablan una lengua extraña, aunque
en algunas versiones es el español. Se dedican al ocio, y no tienen
enfermedades. O son inmortales o solo mueren de viejos. Algunos dicen
que son exactamente los mismos que fundaron la ciudad, ya que no nace
ni muere nadie en la Ciudad Encantada. Tienen indios a su servicio, y
algunos custodian el camino que lleva a ella. Algunas versiones dicen
que son dos o tres ciudades (sus nombres son Hoyo, Muelle y Los
Sauces). Tienen vigías para detectar la proximidad de intrusos e
impedirles el acceso. Hay versiones que dicen que es invisible para
los que no son habitantes de ella, a veces uno la puede ver si es
justo o al atardecer o el viernes santo. Se la puede atravesar sin
siquiera darse cuanta. Algunos dicen que es errante, o sea, que para
encontrarla hay que limitarse a esperarla en un sitio.
En 1764 el ingles
James Burgh publicó una ficción sobre la Ciudad de los Césares, en
la que la describía como una utopía.
La Patagonia es un
escenario helado, desconocido. El clima es muy frío, con pocas
lluvias. Los vientos son constantes, del oeste a una velocidad de 80
km. por hora. Se forman tormentas de arena. El agua escasea y el
combustible también, así como la caza, que eran los guanacos
únicamente. Un lugar inhóspito para la búsqueda de una ciudad de
ensueño.
Pero ¿De donde
proviene este mito? ¿Quiénes lo persiguieron sin encontrarlo?
En la conquista de
América se gestaron muchas leyendas, todas salidas de la mente
imaginativa y ávida de fortuna de los conquistadores, bastaban unas
palabras o gestos de los indios para que se creara una leyenda. Las
hubo por doquier, la fuente de la juventud en Florida, Las Siete
ciudades de Cíbola al norte de México, El Dorado, buscado desde el
Caribe hasta el Amazonas, la famosa Sierra de la Plata y el Rey
Blanco den la zona del Río de la Plata y por fin la más longeva de
ellas la Ciudad de los Césares de la Patagonia. Estas ultimas eran
un reflejo del esplendor de los Incas de Perú comentado por los
indios a los conquistadores, los cuales solo querían escuchar donde
estaba el oro y la plata. La Ciudad de los Césares también tiene
como origen las historias de náufragos abandonados y conquistadores
perdidos a lo largo de la Patagonia.
La Ciudad Encantada
de los Césares surge a partir de varios hechos que ocurrieron a lo
largo de la conquista de nuestro territorio, pero de uno en especial,
que ocurrió durante el viaje de Caboto. En el año 1527 Caboto funda
un fuerte llamado Sancti Spiritus en la confluencia de los ríos
Carcaraña y Paraná, es el primer asentamiento de Argentina.
Mientras él preparaba una expedición río arriba, en 1528, manda
una partida a explorar el interior del territorio. Parten en
noviembre 14 hombres liderados por el capitán Francisco César. Un
hombre audaz este César, se interno hacia el oeste. Antes dividió
su pequeña columna en tres partes: una que fue hacia el sur, a la
tierra de los querandíes, de la cual nunca mas se supo; otra se
internó en las tierras de los carcarañás, de la cual tampoco se
supo nada mas, y por ultimo la tercera, al mando de César, siguió
el curso del río Carcarañá, hacia el Noroeste. Esta tercera
columna fue la única que volvió al fuerte, siete hombres que
anduvieron 250 o 300 leguas (1400 o 1700 km.), durante tres meses.
Volvieron contando
maravillas. Según ellos, y lo corroboraron no solo el capitán, sino
sus soldados, en las declaraciones que hicieron posteriormente en
Sevilla, cuando procesaron a Caboto, son sus palabras, "habían
visto grandes riquezas de oro e plata e piedras preciosas".
A esta incursión de
Francisco César algunos autores la hacen llegar hasta el Nahuel
Huapí y otros hasta el Perú, donde se habrían entrevistado con el
Inca.
Seguramente los
pobres habrían bagado erráticamente rendidos por el hambre y la
fatiga, hasta toparse con la cordillera, en la cual los indígenas
les habrán contado de la riqueza de los Incas. Esas riquezas las
atribuirían a la ciudad maravillosa, la ciudad encantada, que
pasaría a llamarse la Ciudad de los Césares, en honor a Francisco
César y a sus valientes que la habrían descubierto. Esta aventura
constituyó el núcleo original del mito de la ciudad encantada que
fue ubicada desde las pampas y la cordillera, hasta la costa
atlántica y la Patagonia austral.
A esto se agregaron
los náufragos que habían quedado en la Patagonia de las fallidas
expediciones de Alcazaba, el Obispo de Plasencia y las ciudades que
fundo Sarmiento de Gamboa mas tarde abandonadas. Alcazaba intento
poblar la Patagonia en 1534 dejando su vida y algunos náufragos en
la zona. La expedición del Obispo de Plasencia que intento cruzar el
Estrecho de Magallanes dejó 150 hombres refugiados en tierra, de los
que nunca se supo mas nada. Lo mismo le ocurrió a los pobres
pobladores de las dos ciudades que fundó Sarmiento de Gamboa en el
Estrecho. En 1584 funda las ciudades luego teniendo que abandonarlas
a su suerte. Habían soldados y 58 colonos, 13 mujeres, 10 niños y
26 obreros. Nadie se acordó de ellos en España, años mas tarde, en
1587, el pirata inglés Tomas Cavendish encontró a dieciocho de
ellos, sobrevivientes de una de las ciudades en la cual se habían
juntado todos. Le impresiono tanto el aspecto de esa pobre gente que
la bautizo Puerto Hambre. Esto no le impidió robarse la artillería
y llevarse a uno de los habitantes como guía.
Según la
imaginación estos pobres náufragos que seguramente murieron de
hambre o a manos de los indios, formaron parte de la Ciudad de los
Césares, algunos dicen que fueron ellos los que la fundaron. También
formaron parte de ella los incas huidos de Cuzco después de la
prisión, a manos de Pizarro, de Atahualpa. Otros fueron los pobres
habitantes de la ciudad chilena de Osorno que tuvieron que huir hacia
el sur, en 1599, perseguidos por los araucanos, nunca mas se supo de
ellos, hasta 1790 no se vuelve a hablar de Osorno.
Conquistados por
todas estas historias partieron muchas expediciones en su busca. Las
mas importantes y serias fueron las de Hernando Arias de Saavedra
(Hernandarias), que sale de Buenos Aires en 1604, y la de Gerónimo
Luis de Cabrera que la busca desde Córdoba en 1622. Ambos buscan la
ciudad a través de las pampas. El padre Mascardi y el padre Menéndez
salen desde Chile y la buscan cruzando la cordillera de los Andes.
Marcardi realiza dos viajes en 1670, otro en 1672 y el ultimo en
1673, durante el cual pierde la vida. Menédez realiza varios viajes,
entre 1783 y 1794, en busca de la mítica Ciudad de los Césares, fue
el ultimo viajero que la busco.
El vulgo de los
últimos tiempos del periodo colonial siguió creyendo en el mito, y
los indios siguieron contando leyendas de ciudades encantadas en el
fondo de los lagos, en lo alto de montañas, etc.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario