sábado, 1 de diciembre de 2018
El Perro De La Calle
Una pareja recoge un
perro chiguagua de la calle mientras están de vacaciones. Sin saber
el peligro que suponía meter al animal en su casa sin un análisis
veterinario.
Sara y Antonio
disfrutaban de su luna de miel en México, se habían casado
apresuradamente porque ella se quedó embarazada, pero no por ello se
querían menos que el resto de recién casados. Llevaban años
hablando de la boda y el próximo nacimiento no hizo mas que acelerar
un enlace que ellos deseaban desde hacía tiempo.
Su viaje estaba
resultando de lo más placentero, México les cautivaba, ambos
caminaban durante horas por las playas de Cancún hasta que el sol
caía, no habían visto un paraíso igual.
Una tarde mientras
caminaban por la playa decidieron alejarse un poco de la zona
turística, a unos cientos de metros encontraron lo que parecía un
vertedero. Una zona sucia con un olor nauseabundo y un riachuelo
cubierto casi totalmente por espuma. Entre la basura vieron un
pequeño cuerpo moverse, un perrito chiguagua que parecía muy
enfermo, tenía los ojos rojos, probablemente por alguna infección,
estaba muy delgado y apenas podía moverse. La pareja que era amante
de los animales no pudo quedarse indiferente, recogieron al animal y
lo llevaron al hotel.
No les quedaba mucho
tiempo de vacaciones y sabían que las normas del hotel eran muy
estrictas con respecto a los animales así que no pudieron llamar a
un veterinario. Sin embargo el amor y atenciones que dedicaron al
perrito parecía tener sus frutos, lo alimentaron, limpiaron y al día
siguiente parecía haber mejorado mucho, pues ya podía caminar y
abrir los ojitos.
Enamorados del dulce
animal decidieron que no podían abandonarlo de nuevo a su suerte,
mientras hacían la maleta para regresar a España hablaban de lo
bien que se llevaría con su gato Baltasar. Metieron al perrito en un
bolso y se dirigieron al aeropuerto.
Como Sara estaba
embarazada no tuvo que pasar por los filtros de seguridad por lo cual
pudo pasar fácilmente al perrito escondido en su bolso, el animal
aún estaba tan débil que no podía ladrar por lo que sería fácil
llevarlo sin que nadie se diera cuenta.
Una vez llegaron a
su casa, su gato comenzó a comportarse de una manera extraña, tenía
un comportamiento muy agresivo con el chiguagua, como si estuviera
asustado. Pensaron que serían celos y que pronto serían amigos.
Pasados unos meses
nadie podría reconocer al chiguagua, el pequeño animal que parecía
un esqueleto cuando lo encontraron había ganado peso y una poderosa
musculatura, ya pesaba casi 8 kilos, un peso desde luego inusual para
un perrito de sus características. El gato estaba muerto de miedo y
no bajaba de los muebles para nada.
El chiguagua se
había convertido en el rey de la casa.
Por otra parte Sara
había tenido una niñita preciosa, debido a la preocupación de las
últimas semanas de embarazo y la alegría del nacimiento la pareja
casi ni se había percatado del comportamiento de sus mascotas.
Hasta que un día
Baltasar desapareció, el gato alguna vez había realizado alguna
escapadita en busca de gatitas en celo pero era la primera vez que no
regresaba en varios días. Antonio puso varios carteles por el barrio
con la foto del gato pero no dieron sus frutos, el gato se había
ido.
Pasado un tiempo
todo parecía haber vuelto a la normalidad, su bebé con dos meses
estaba cada día más guapa. Su perrito ya pesaba 10 kilos y tenían
un cuerpo rechoncho pero muy fuerte, era una verdadera máquina de
comer que nunca parecía saciarse.
Una tarde la comida
del perro se acabó, por lo que Antonio tuvo que salir a comprar mas
mientras Sara cuidaba de su hija. La madre aprovechando que el bebé
se acaba de dormir se metió a la ducha. Mientras se enjabonaba
escuchó el corto llanto de su hija, pero a los pocos segundo se
calló de nuevo.
Cuando Sara salio de
la ducha su niña había desaparecido, no estaba en la cuna donde la
había dejado. Como loca se puso a buscar por toda la habitación,
debajo de la cama, en los armarios… nada, ¡ La niña había
desaparecido!.
Antonio que llegaba
en ese momento encontró a su mujer gritando y llorando de
desesperación, juntos revisaron hasta el último rincón de la casa,
hasta que se dieron cuenta de que su perro tenía las patas llenas de
barro y sangre en el hocico.
Temiéndose lo peor
salieron a su pequeño jardín donde encontraron oculto detrás de un
seto un agujero en la tierra, como una madriguera. Aterrorizados por
lo que pudieran encontrar cavaron con sus manos. Bajo tierra
encontraron el cadáver de su hija parcialmente devorada y los restos
de lo que parecía su gato desaparecido.
Antonio encolerizado
fue en busca del perro y con un bate de béisbol le golpeó varias
veces matándolo en el acto.
La policía llegó
pocos minutos después y desconcertados por el caso llamaron a la
perrera municipal para que se llevaran al animal, debían comprobar
si tenía rabia y podría haber contagiado a sus dueños u otros
perros del vecindario.
El veterinario al
llegar al lugar de los hechos dejó a todo el mundo estupefacto.
“Esto no es un
perro, es una rata enorme”
Al parecer la rata
había crecido junto a un riachuelo contaminado por lo que había
perdido el pelo, su increíble tamaño también podría deberse a una
mutación, motivo por el cual había crecido con un cuerpo deformado
que se podría asemejar al de un perro.
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