Hoy en día, la isla de Aysén es Monumento Histórico Nacional, lo que nos revela que en este lugar sucedió algo muy importante, algo que se ve reflejado en las treinta y tres cruces que hay cerca de la desembocadura del río Baker, protagonistas de la que está considerada ya como una leyenda.
EL ORIGEN DE LA LEYENDA DE LA ISLA DE LOS MUERTOS
Todo comenzó en el año 1950 cuando se hizo el descubrimiento de estas tumbas, algo que hizo que las autoridades iniciasen una investigación para comprobar qué era lo que había sucedido. En las pesquisas policiales se supo que no había únicamente treinta y tres sino que llegaban a aproximadamente ciento veinte, aunque muchas de ellas habían ido desapareciendo por la acción de las crecidas del río desde mediados del siglo XIX.
Respecto a lo que sucedió en este lugar y quiénes eran las personas que estaban enterradas en este emplazamiento hay muchas hipótesis y una de ellas es que se trataba de trabajadores que fueron asesinados para no tener que pagarles su salario después de hacer su trabajo en esta zona de la isla.
Otras creencias afirman que ante la situación en la que se encontraban, los trabajadores se amotinaron y después fueron asesinados e incluso que sufrieron epidemias, lo que les diezmó en número.
EL INICIO DE LA PESADILLA
Esto habría sucedido allá por el año 1906 y todas estas personas eran trabajadores de una importante compañía ganadera procedente del Chile continental. Según la documentación de la época, eran alrededor de unos 200 trabajadores que contaban con una concesión para explotar esta zona de la Patagonia con el que se pretendía abrir una ruta entre este lugar y la zona del Pacífico para pasar por aquí la producción ganadera.
Lo que ninguno de estos trabajadores esperaba eran las fatales condiciones de vida que tendrían que sufrir, lo que llegó a provocar descontentos y riñas que se solventaban a cuchillazos, haciendo la vida mucho más difícil.
En este grupo había mujeres y niños y sus condiciones de vida eran realmente precarias. Cuando fueron dejados en la isla, esperaron a que un posterior vapor les llevase herramientas, medicinas y productos de primera necesidad, pero ese vapor no llegaría nunca, haciendo que aquellas personas tuvieran que alimentarse con carne reseca, tocino y harina infestada de gorgojos, lo que no tardaría en pasar factura a la salud de aquellas personas.
La falta de frutas y verduras hizo que se presentase una extraña enfermedad caracterizada por moretones en piernas y brazos así como sangrado de encías, mareos, irritabilidad y hemorragias, que después se sabría que era escorbuto, diezmando a la población y haciendo que las personas menos afectadas enterrasen a los muertos en la isla.
El suplicio duraría un año, hasta que llegó un barco que vio aquel desolador panorama de personas desnutridas, llenas de moretones y llagas. Los supervivientes fueron llevados a Chile, aunque muchos de ellos perecieron por el camino, pero consiguieron dejar atrás aquella isla que hoy se conoce como la Isla de los Muertos, un rincón que hoy en día es recordado, pero que fue el escenario de una pesadilla que casi acaba con la vida de 200 personas.
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