El descubrimiento pronto pasó a ser catalogado como uno de los más importantes del pasado siglo XX, posicionando tanto a Sipán como a Perú en un lugar privilegiado dentro del mapa arqueológico internacional.
LA MALDICIÓN DEL SEÑOR DE SIPÁN
Por muchos es sabido que en todo Perú siempre ha habido saqueadores de tumbas, conocidos popularmente por el nombre de huaqueros, personas que sabían de la gran riqueza arqueológica del país y quienes expoliaron muchas tumbas de las que ya poca o ninguna información se puede sacar debido a sus acciones.
Meses antes del descubrimiento “oficial” de la tumba, los huaqueros la encontraron y se sabe que fueron 10 los que accedieron a la tumba, haciendo un gran hoyo hasta que encontraron el enterramiento.
Era tal el tesoro que se escondía que tardaron dos días en acabar con la mayoría del ajuar funerario. Se desconoce la razón, pero uno de los huaqueros denunció a sus compañeros a la policía, pero muchas de las piezas que habían sido sustraídas ya estaban muy lejos.
Al igual que sucedió con la maldición de Tutankhamón, el señor de Sipán también tiene la suya dado que esos huaqueros fueron falleciendo poco a poco tal como han ido contando muchos pobladores de la zona.
LA LLEGADA DE WALTER ALVA
A pesar de que la tumba del señor de Sipán fue saqueada, Alva pudo descubrir piezas de gran valor, tanto material como histórico y cuando tuvo la oportunidad de tener frente ante sí la tumba, declaró que fue una experiencia realmente impresionante, el sueño que cualquier arqueólogo podría tener, una sensación indescriptible.
Alvar declaró que no solo era una tumba con un gran tesoro arqueológico sino que junto a él se encontraba una forma humana que le observaba desde el pasado y por quien sentía un gran respeto.
A pesar de que durante las dos últimas décadas se ha excavado gran parte de este emplazamiento e incluso descubierta la tumba de un noble que ha permanecido intacta, Alva está convencido en que este lugar tiene todavía mucho que decir y así poder ir desvelando el misterio y maldiciones que siempre han estado acompañando a este lugar.
Otro de los grandes misterios que rodean a este emplazamiento es algo que intriga a científicos e investigadores dado que muchas de las piezas descubiertas parecen de oro pero realmente son de cobre.
El conocimiento de los moches hace más de 2000 años les llevó a hacer algo que podríamos considerar casi como alquimia, adelantándose a los procesos electrolíticos que llegarían en el siglo XIX. Los moches hacían un proceso que consistía en crear una aleación con cobre, plata y oro y con ese proceso, llamado tumbaga, hacían que el oro aflorase en cualquier pieza, dándole ese aspecto, como si se tratase de una pieza de oro.
¿Cómo consiguieron acceder a ese conocimiento? ¿Sigue presente la maldición del señor de Sipán? ¿Qué es lo que queda por descubrir en este lugar? Son preguntas que seguramente tarde o temprano encontraremos respuesta, pero que no restan ni un ápice de misterio de este emplazamiento, considerado como uno de los lugares más mágicos de Perú.
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