lunes, 7 de mayo de 2018
El Antifaz de la Muerte
Era una noche de carnaval y como de costumbre, había una
gran fiesta cerca de mi casa. Me fui a la fiesta, al llegar la casa estaba
completamente ambientada en función del
carnaval: telas que colgaban del techo, serpentinas y globos por doquier
y una colorida alfombra que cubría la escalera que lleva al piso de arriba. La
gente tenía disfraces muy originales,
unos utilizaban trajes muy elaborados, otros se ingeniaban la vestimenta y había
quienes solo utilizaban algún antifaz.
La fiesta cada vez más animada contaba con gran cantidad de
personas y cada minuto se sumaban más. Todo el mundo la pasaba muy bien, era un
rato bastante movido.
Luego de bailar un poco, decidí tomar algo y sentarme un
rato para recuperar un poco de energía y entonces observé a una persona con
actitud misteriosa que portaba un antifaz de color oscuro que se dirigía al
piso de arriba sigilosamente y pasaba desapercibida ante la gente. Nadie
parecía prestarle atención más que yo.
Decidí levantarme de la mesa para ir tras de esa persona,
subí las escaleras y al llegar al piso de arriba me percaté de que estaba la
puerta de una de las habitaciones entreabierta y la luz del pasillo comenzó a
titilar. Llena de miedo decidí entrar, el interruptor de la luz no funcionaba,
las cortinas estaban cerradas y se dejaba ver un pequeño destello de luz que
salía del closet. Volteé a mirar tras de mí pero nadie estaba cerca, di pasos
cortos hasta llegar al clóset, me paré frente a él y esa luz se apagó. Sentí el
aliento de alguien sobre mi oído y al voltear estaba la persona del antifaz
quién retiró de un tirón aquella máscara: su rostro era desfigurado y al
observar bien, vi que no tenía pies. Intenté gritar y correr pero me tomó con
fuerza y me lanzó al suelo, quedé inconsciente.
Al pasar el rato, me desperté y estaba amordazada dentro del
clóset con la puerta a medio cerrar, desde ahí veía esa horrible presencia
cubierta con el antifaz. Volteó a verme: yo estaba a punto del desmayo cuando
escuché que mencionó mi nombre. Dijo que iría por cada uno de los invitados y
terminaría por matarnos a todos juntos.
La dantesca escena apareció ante mis ojos cuando al fin
logré escaparme. Tantos cadáveres, todos con antifaces, tirados en el primer
piso, como un baile de carnaval hacia el más allá.
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