miércoles, 1 de marzo de 2017
13 Cosas Que Tal Vez No Sabías Del Diablo y Sus Demonios.
El reconocido exorcista P. José Antonio Fortea en su “Summa
Daemoniaca” menciona un gran conjunto de cuestiones relativas al demonio que es
importante que todo cristiano lo tome en cuenta para el combate espiritual por
alcanzar el cielo. Aquí 13 cosas que tal vez no sabías del diablo y sus demonios.
1.- El enemigo tiene varios nombres
En el Antiguo Testamento se le llama “Satán” que
significaría “adversario, enemigo, opositor”. Asimismo, en el Nuevo Testamento
se le nombra como “Diablo”, que viene del verbo griego “diaballo” (acusar). En
cambio la palabra demonio, del griego “daimon” (genio), es usado para designar
a seres espirituales malignos.
Lucifer es un nombre que no está en las Sagradas Escrituras
y que significa “estrella de la mañana” o “el que lleva la luz”. Lo cual
“recuerda la pena tan grande que es que siendo tan bello, cayera”, indica el P,
Fortea. Sin embargo, el presbítero sigue la misma idea de otro renombrado
exorcista, P. Gabriele Amorth, quien considera que Lucifer es el nombre propio
del segundo demonio en importancia en la jerarquía demoníaca.
2.- La gran prueba
Todos los ángeles al ser creaos por Dios, sabían que Él era
su creador, pero pasaron por una prueba “antes de la visión de la esencia de la
Divinidad”. A modo de comparación, el sacerdote explica que sería como decir
que “veían a Dios como una luz, que le oían como una voz majestuosa y santa,
pero que su rostro seguía sin desvelarse”.
“En esa prueba unos obedecieron, otros desobedecieron. Los
que desobedecieron de forma irreversible se transformaron en demonios. Ellos
mismos se transformaron en lo que son. Nadie les hizo así”.
3.- La batalla en el cielo fue intelectual
Al respecto, el exorcista indica que los ángeles
desobedientes empezaron a odiar a Dios y a verlo como una cadena que oprimía su
libertad. La batalla entre Miguel y Lucifer, cada uno con sus ángeles, no fue
con armas, ya que no tienen cuerpo, “las únicas armas que pueden blandir son
los argumentos intelectuales”, explica.
“Unos se hicieron más soberbios, otros no tanto. Cada ángel
rebelde fue deformándose más y más, cada uno en unos pecados específicos. Así
como, por el contrario, los ángeles fieles se fueron santificando
progresivamente. Unos ángeles se santificaron más en una virtud otros en otra…
los ángeles fueron admitidos a la presencia divina, y a los demonios se les
dejó que se alejaran”.
4.- La razón de su rebeldía
Sólo en este punto se toma como referencia el libro
“Historia del Mundo Angélico”, también del P. Fortea. Allí sugiere, a modo de
novela, que la prueba por la que habrían pasado los ángeles es la revelación
que les hizo Dios sobre crear el mundo material con la humanidad, que Él se
haría hombre para salvar a los pecadores y que nacería de una mujer, la cual
sería la reina de los ángeles.
Lucifer no pudo soportar esta idea, creía que él debería
engendrarlo al ser la “obra maestra” del Creador. Más adelante con otros
ángeles acusaron que Dios estaba equivocado y se rebelaron por completo. Los
ángeles que acataron la voluntad de Dios se postraron a adorar a su creador,
aún sin ver todavía su esencia. Mientras que los rebeldes se alejaron del amor
de Dios.
5.- Son seres espirituales
“Un demonio es un ser espiritual de naturaleza angélica
condenado eternamente”. Es decir, no tienen cuerpo, no sienten inclinación a
ningún pecado que se cometa con el cuerpo, pero pueden tentar a los hombres a
pecar en esas materias. Comprenden esos pecados de un modo meramente
intelectual y sus faltas son sólo espirituales.
En este sentido el exorcista precisa que Satán “sigue siendo
un bellísimo ángel en su naturaleza, aunque repugnante en su aspecto moral… Su
ser personal se ha deformado, pero su naturaleza permanece y permanecerá
intacta haga lo que haga. Dado que ambas cosas son inseparables, él
auténticamente es un monstruo, un ser deforme, alguien que produce repugnancia
y aversión”.
6.- Entre los demonios también hay tiempo
Su tiempo no es material como el de los humanos, sino que es
un tiempo propio de los espíritus, que es llamado “evo” (“aevum” en latín) y
que es la sucesión de actos de entendimiento y voluntad en un ser espiritual.
El Creador, en cambio, vive en un eterno presente. “Sólo en
Él no hay sucesión de tiempo de ninguna clase. En Él no ha transcurrido nunca
ni un solo segundo, ni un solo antes ni después. La eternidad de Dios es
cualitativamente distinta de la eternidad del tiempo material (con un
principio, pero sin final) y de la eternidad del evo (también con un principio,
también sin final)”, puntualiza Fortea.
7.- Sufren al considerar a Dios
Cada ángel caído “en el conocer encuentra placer, pero
también sufrimiento. Sufre cada vez que ese conocimiento le lleva a considerar
a Dios. Y el demonio percibe continuamente el orden y la gloria del Creador en
todas las cosas. Hasta en las cosas aparentemente más neutras, él encuentra el
reflejo y el recuerdo de los atributos divinos”.
Sin embargo, el exorcista plantea que “el demonio no está
siempre en cada instante sufriendo. Muchas veces simplemente piensa. Sólo sufre
en ciertos momentos, cuando se acuerda de Dios, cuando se vuelve a hacer
consciente de su miserable estado, de su separación de Dios”.
8.- No conocen el futuro, ni pueden leer los pensamientos
Los demonios no ven el futuro, pero con su inteligencia muy
superior a la del ser humano pueden deducir por sus causas algunas cosas que
sucederán. No saben lo que uno decidirá porque “la libertad humana es el gran
factor de indeterminación en sus previsiones”, sostiene el P. Fortea.
“Los demonios pueden tentarnos pero no pueden leer nuestros
pensamientos. Aunque dada su gran inteligencia pueden conjeturar lo que pensamos.
Al ser seres más inteligentes que nosotros, deducen muchas más cosas y con más
seguridad con muy pocos signos externos que lo que deduciríamos nosotros. Pero
siempre hay que recordar que ellos están fuera de nuestra alma, sólo Dios puede
leer nuestra alma”.
9.- Cuidado con las tentaciones
“El demonio nos puede introducir pensamientos, imágenes o
recuerdos, pero no puede introducirse en nuestra voluntad. Podemos ser
tentados, pero al final hacemos lo que queremos. Ni todos los poderes del
infierno pueden forzar a alguien a cometer ni el más pequeño pecado”, sostiene
el sacerdote.
De igual manera puntualiza que “si uno es tentado y ora, la
tentación desaparece. Es incompatible la tentación con la oración. La oración
crea primero una barrera contra la tentación, pues nuestra voluntad y nuestra
inteligencia se centran en Dios. Y si insistimos un poco más, el demonio no
puede resistirla y huye”.
10.- Odian más a los ascetas
El exorcista Fortea afirma con seguridad que de todos los
cristianos que están en la Iglesia, al que más odia el demonio es al que se
dedica a la ascesis (disciplina, ayuno, meditación, oración, sacrificios, etc.
para alcanzar la virtud).
“El demonio odia mucho más al asceta que a la jerarquía
eclesiástica o a los mismos exorcistas. El exorcista expulsa a uno, dos, una
docena de demonios... El hombre que se mortifica, quebranta de un modo mucho
más poderoso la influencia demoníaca en este mundo por el mero hecho de
sobrellevar sobre su cuerpo y su espíritu la pasión cotidiana de su vida
crucificada”.
11.- El significado de la cruz para los demonios
El presbítero describe que “todos y cada uno de los demonios
estaban allí, rodeando la Cruz, contemplando con delectación su triunfo”. No
obstante, ellos no podían imaginar que era la mayor victoria del Reino de los
Cielos que los dejó “sin habla” con la Resurrección.
“Dios Padre no había perdonado la Pasión ni a su mismo Hijo…
La Pasión en la Cruz suponía la prueba palpable de que la Justicia Divina no
era trasgredida en vano. Fue en ese momento cuando se hicieron plenamente
conscientes todos los demonios de que su condenación no tendría indulto alguno
por los siglos de los siglos”.
“Por eso ellos de estar contemplando la Cruz con la alegría
de su victoria maligna, pasaron a entender que para ellos sería para siempre el
recuerdo terrible de la Justicia Divina. Y por eso por encima de todo, los
demonios odian la imagen de la cruz, más que la imagen de la Santísima Virgen
María o la imagen de cualquier otro santo o la representación de otro misterio
sagrado”.
12.- Los objetos que atormentan a los demonios
“La Iglesia con el poder que ha recibido de Cristo puede
unir un efecto espiritual a un objeto”, explica el P. Fortea. Cuenta que en una
ocasión no había agua durante un exorcismo y bendijo el contenido de una
botella de limonada, pero el efecto que producía era mucho menor.
“Al cabo de unos minutos ordené en el nombre de Jesús al
demonio que me dijera por qué era eso así. Se resistió, pero al final dijo que
el agua era símbolo de pureza y limpieza. Si bien, dijo que aquel otro líquido
bendito también le producía algún efecto, pero menos”.
Otros objetos que atormentan a los demonios son las
reliquias de los santos y la cruz. Asimismo, las imágenes religiosas también
los atormentan, más si están bendecidas, y con mayor fuerza “si en la bendición
expresamente se pidió a Dios que repelieran a los demonios”.
13.- No es el 666
El exorcista afirma que identificar la figura bíblica del
Anticristo con la del diablo es un error ya que el “666” que menciona el
Apocalipsis es número de un ser humano. Por lo tanto es un hombre que propaga
el odio, la guerra y el mal. “Nerón, Napoleón, y especialmente Hitler, son
figura y bosquejo del Anticristo definitivo y perfecto”, señala.
“También nos aclara mucho la figura del Anticristo su mismo
nombre ANTI-CRISTO. Es decir, se trata de la figura contraria a Cristo. Cristo
era un hombre, el Anticristo también. Cristo extendió el amor, la paz, la
misericordia. El Anticristo extenderá el odio, la guerra, la venganza”.
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