Una figura mítica, la presunta recreación de un ser humano a escala reducida, que ocupó a los alquimistas después del Renacimiento, incluyendo al famoso Tefrasto Paracelso (1493-1541). Con todo y la Revolución Científica, trascendió hasta la época de la Ilustración, pues incluso podemos hallarlo en Fausto, la notable obra dramática de Johann Wolfgang von Goethe. En ella, Wagner, el alumno del doctor Fausto, crea a un inteligente homúnculo que dialoga con Mefistófeles (el demonio mismo) e incluso viaja con él a los campos de Farsalia para rescatarlo.
Se diseñaron diversos métodos para crearlo. Uno consistía en arrancarlas raíces de una mandragora (de forma semejante a un cuerpo humano) crecida gracias al último semen eyaculado por los ejecutados en la horca, y alimentarla con sangre, leche y miel hasta que el humano en miniatura cobrara fuerza suficiente. En el siglo XVIII el doctor David Christianus, de la Universidad de Giessen, propuso otro método para la crianza: perforar el huevo de una gallina negra, inseminarlo con esperma humano, sellarlo con pergamino y enterrarlo en estiércol durante la primera luna de marzo. El humanoide resultante se convertiría en protector de su dueño, quien debería alimentarlo con hojas de lavanda y lombrices vivas. La noción de homúnculo se abrió paso en el discurso precientífico e interesó a los esper-mistas, quienes creían que en el semen humano había miles de hombrecillos que necesitaban pasar una temporada en el vientre de la mujer para desarrollarse, fortalecerse y cobrar cabales características humanas. Aunque la posibilidad de dar forma a una criatura así quedó eliminada cuando el espíritu científico se impuso al pensamiento mágico, la noción de esta criatura prevaleció en la literatura y lo encontramos de nuevo en las obras de Laurence Sterne y, ya en nuestro siglo, en la novela El péndulo de Foucault del autor italiano Umberto Eco, donde se habla de decenas de figurillas presuntamente animadas. La noción de homúnculo; prevalece en las neurociencias, para referirse a una imagen de un humano distorsionado para representar el espacio sensorial relativo que cada parte del cuerpo ocupa en la corteza cerebral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario