viernes, 9 de octubre de 2020
Las Catacumbas de los Monjes Capuchinos
Una de las leyendas
más terroríficas de la historia nos remonta a Palermo, (Sicilia,
Italia) en el año 1599, época en la cual las Catacumbas de los
monjes Capuchinos dieron que hablar. Fue en ese mismo año en el que
los frailes se dieron cuenta que el espacio de las antiguas
catacumbas resultaba poco espacioso para la demanda de cuerpos que
debían depositar en ellas y decidieron ampliarlas bajo la zona del
altar mayor de la Iglesia de los Capuchinos. El antiguo lugar en
donde se encontraban las mismas quedó deshabitado y listo ara usarse
como una especie de hospital para los frailes y fieles de la región
de Palermo. Pero fue a partir e ese momento en que la leyenda
comenzó.
Todos aquellos que
llegaban a Palermo debían entrar por una compuerta; cada vez que
alguien quería ingresar a la ciudad las compuertas se cerraban casi
herméticamente resultando imposible adentrase en la misma. Mientras
tanto, los frailes seguían moviendo los cuerpos de los frailes
muertos hasta las nuevas catacumbas y fue allí que todo se mismos
permanecía “blanda”, tal como sucede en muertos que llevan pocos
días de defunción. No existía explicación lógica para este
suceso ya que además de haber enterrado a dichos sacerdotes hacía
varios años ya, los frailes encargados de dar la sepultura habían
embalsamado por medio de una técnica especial a los cuerpos.
Los cuerpos fueron
colocados en las nuevas tumbas y nichos excavados en las paredes. El
tiempo pasaba y los mismos no se deterioraban, de hecho permanecían
casi intactos (recordemos que los frailes capuchinos no enterraban
los cuerpos en ataúdes sino directamente en la tierra).
Entre los años 1866
y 1897 los frailes capuchinos fueron expulsados de Palermo. El
Ayuntamiento de Palermo se hizo cargo de las catacumbas pero no se
interesaron por el cuidado de los cuerpos tal como lo hacían sus
antiguos propietarios. Fue recién en el año 1897 cuando los
capuchinos regresan a Palermo y comienzan la enorme labor de
restauran los daños producidos en los cuerpos por el mal cuidado de
las autoridades sicilianas.
A partir de 1898 se
da lugar no solo a frailes sino a cualquier tipo de ciudadano que
quisiese ser sepultado en las catacumbas. Allí todo cambió: los
misterios comenzaron a hacerse presente nuevamente. Se comentaba que
los cuerpos de las mujeres expuestos en las galerías de la cripta
cobraban vida. Los lugareños comentaban que pasadas las 12 de la
noche veían salir el espectro de una mujer embarazada corriendo
alrededor de las cripta con un bebe ensangrentado en brazos.
Una de las historias
más famosas que proviene de las catacumbas de los Capuchinos es la
de la pequeña Rosalía Lombardo, una niña que por orden de sus
padre, un mafioso de principios del siglo pasado, es mandada a
embalsamar por medio de una técnica que consistía en una inyección
de fuertes químicos. Tan exitosa fue la técnica que hoy en día el
cadáver parece estar intacto, parece que Rosalía durmiera, sin
embargo muchos afirman que no es así. Los encargados del cuidado de
las instalaciones afirman haber visto a la niña jugar sola en los
oscuros pasillos de las catacumbas. El 4 de marzo de 1967, Juan
Antonelli, un turista curioso, afirmó haber visto a Rosalía
llorando en una de las galerías.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario