Se detuvo tambaleante pero ya no escucho mas que el aullar de los perros en la lejanía. Unos metros adelante volvió a escuchar el llanto, ahora si era claro; se trataba indudablemente de un bebé. El hombre busco en los rincones y justo debajo del puente que cruzaba, encontró a la criatura apenas cubierta con una manta.
El hombre levanto al bebé sin antes maldecir a la desnaturalizada madre. Aun tambaleándose siguió su camino murmurando pestes contra la infame que dejo a su pequeño en semejante situación. Pero no había llegado ni al siguiente faro cuando empezó a tener la impresión de que el niño pesaba mas. Todavía así camino cuatro calles, pero el peso ya era insoportable. Lo miro varias veces, todas sin remover la manta que lo cubría. Y al llegar a la siguiente luz, pudo ver bien al niño que llevaba en brazos. Para su sorpresa, no llevaba un bebe, sino un cerdo con ojos encendidos que lo miraba amenazante.
Se dice que el infernal ser chasqueó los colmillos produciendo en el ebrio hombre un susto que lo curó de inmediato. Como pudo lanzo al animal por los aires exclamando una oración que ya casi no recordaba; se echo a correr por las calles y nunca mas volvió a tomar.
Pudiera ser que la leyenda fuera creada para evitar que los hombres se embrutecieran con la bebida; sin embargo, en toda la República mexicana se cuentan historias similares en las que bebés con dientes se vuelven animales infernales.
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