A Kisín el hediondo los antiguos mayas lo imaginaban como un esqueleto con los ojos colgantes. A veces representaban a Kisin como un esqueleto en movimiento como bailando , a veces con manchas grandes sostiendo algo que se asemeja a un cigarrillo encendido. Otras veces Kisin aparece como una figura hinchada cuyo pecho tiene llagas y cuya piel en general tiene puntos oscuros y dentados.
El infierno regido por Kisín es en realidad una especie de purgatorio para la mayoría de las personas que mueren: sin embargo las mujeres que mueren en el parto o los soldados muertos en batalla no deben pasar por allí, y en cambio los suicidas quedan relegados a permanecer allí por toda la eternidad.
Para los lacandones es un personaje iracundo, que patea la base de la gran ceiba cuando está de mal humor, provocando seísmos, por lo que también es considerado el Dios de los terremotos.
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