La “madre tierra” tiene sus polos magnéticos. El positivo está al norte y el negativo al sur. Si duerme con la cabeza hacia el sur sus días serán erráticos y sentirá cansancio, debe tener limpio el campo áurico, sin contaminación electromagnética de aparatos que absorben la energía y contaminan los cuerpos de radiación que debilita y enferma. Y no use cobijas ni pijamas sintéticas, pues aíslan la energía vital.
En su ambiente cuide el agua, que “no es sólo un símbolo de vida, sino la vida misma, la sangre de nuestra tierra”, viva en equilibrio con la naturaleza y “valore el lugar de la mujer como garante de la vida, transmisora de la cultura y cuidadora de la sabiduría y salud de nuestros pueblos”.
Esas son algunas de las enseñanzas que trajeron al Primer Encuentro Internacional de Culturas Andinas de Pasto chamanes, abuelas y abuelos, mamos y mamas, médicos y médicas tradicionales, taitas, sabedores de la cultura ancestral y guías espirituales representantes de los pueblos originarios americanos reunidos entre el 12 y el 22 de agosto en la capital de Nariño, Colombia.
Enfermedades del alma
La limpieza, el orden, la alimentación natural, la energía del sol y la fuerza de la tierra, el agua pura y alejar las entidades dañinas son fundamentales para la buena salud, que no es vivir mucho tiempo, sino vivir bien, sin afecciones, ni dolencias, ni suciedades en la sangre que también producen las enfermedades del alma.
Para el guanés Arturo Benitez, líder de un grupo establecido entre Charalá (Santander del Sur) y Duitama (Boyacá) y Charalá, llamado Leengavoov, no se debe compartir platos ni cubiertos, menos el cepillo de dientes, ni sentarse en cualquier parte porque los microbios, las entidades malignas y las larvas cósmicas están siempre al acecho.
El chamán Humberto Piauaje, de la comunidad amazónica distribuida en las riberas de los ríos Putumayo, Piñuña Blanco y Cuehembi, en la frontera con Ecuador, recomienda calzado liviano y evitar materiales que aíslan la energía vital que emana la tierra, porque al contacto con ella sale la mala energía y entra la buena.
Leengavoov afirma que las larvas cósmicas, que son invisibles, están buscando cuerpos vivos para invadir, y que por eso “nunca, jamás”, se coma un alimento que haya caído al piso porque “a la boca llegan entidades microscópicas, larvas que superviven al nivel de los tobillos, y ensucian la sangre: en la sangre está el alma y por eso hay que evitar que se ensucie. Si está sucia la sangre está sucia el alma”
En la respiración está la misma vida
El arhuaco Benerexa Márquez agrega que “en la respiración está la misma vida”, por lo que hay que respirar de manera adecuada, “tomar el aire por la nariz y sacarlo por la boca, con tranquilidad, casi al ritmo cardiaco, y empezará a tener salud y a generar mayor dinamismo y conocimiento. El aire es vital”.
Hacer mucho ejercicio, pero nunca dejar que el sudor se seque en el cuerpo, porque son toxinas que vuelven a entrar al cuerpo si no se limpian, y no usar ropa sucia ni tampoco sintética porque aísla de la naturaleza y del cosmos.
El ambiente donde habita debe ser de tranquilidad, sin ruidos, el ruido contamina. Los aparatos electrónicos y los aparatos celulares absorben la energía buena e invaden los cuerpos con radiaciones.
“La suciedad atrae larvas astrales, etéreas, sutiles que viven en una dimensión paralela, vibrando a la frecuencia de las personas y cuando entran al cuerpo las larvas se tornan enfermedades o entidades, espíritus malignos o ciegos. Es energía que pulula en lo astral y busca donde vivir y los cuerpos humanos son donde mejor viven”.
La noción de bienestar en el mundo indígena, está en cierta forma vinculada a la idea del sentirse bien como resultado de un estar cómodo en una territorialidad propia. Pero esto sólo es posible en la medida que el individuo o la familia ejerce un estado de vida sin que se limite su acción, su decisión, su contacto y su desplazamiento, es decir, implica un estado de libertad, por tanto, más que la comodidad material del espacio domiciliario, es un estar cómodo de la subjetividad en su territorialidad.
Es un bienestar generado por la buena convivencia con el entorno ecológico y social y no así estrictamente económico, y las condiciones las proporciona el territorio con sus recursos y sus habitantes con sus prácticas socioculturales.
Las malas vibraciones, la envidia, la negatividad, la depresión y oscuridad de mentes y almas de los demás podían adherirse como una melaza pegajosa a nuestro aura con “malos espíritus”, entidades desencarnadas que pululan por ahí perturbándonos, enfermándonos, llevándonos a pelearnos con nuestros seres queridos, confundiéndonos para que tomemos decisiones equivocadas en la vida.
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