miércoles, 11 de enero de 2017
El Vampiro de Barranca del Muerto
Esta es una leyenda medianamente conocida en el D.F., y
tiene múltiples variaciones respecto a en qué lugar sucedió, pero esta en
especial va dedicada a una persona muy querida para mí que tiende a viajar de
noche en la línea que va del Rosario a Barranca del Muerto.
La historia es la siguiente…
Un pasajero se queda dormido en el último tren de la línea
7, la que va del Rosario a Barranca del Muerto (una estación conocida por su
gran profundidad); y despierta durante la madrugada, cuando el tren avanza y
solo ve el letrero del andén que dice “Barranca del Muerto”.
Se asustó al ver como la luz del túnel se hace más pequeña y
desaparece, y a medida que el tren se adentra en el túnel, hace cambio de vía y
se apaga la luz. El vagón queda envuelto en las penumbras y el perturbador
silencio del túnel del metro.
El hombre prendió su encendedor y suspiró aliviado al ver
que no estaba solo, pues un vagabundo dormía en el otro extremo del vagón.
Buscando compañía, lo despertó y comenzaron a buscar auxilio.
O al menos, hasta que algo o alguien aterrizó en el techo
del vagón y caminó por él, hasta meterse por una ventana.
Acto seguido, el indigente comenzó a gritarle insultos
pensando que era el conductor o algún empleado del sistema de transporte, y le
recriminó que porqué los asustaba así. Al ver al indigente, el ser misterioso
se abalanzó sobre él. La luz del encendedor le permitió al primer usuario ver
que el ser estaba mordiéndole el cuello al indigente, y se acercó un poco más
para mirar la escena, pero no contaba con lo que vió.
El atacante era delgado, de dos metros de altura, piel de un
color amarillento, ojos rojos brillantes, garras huesudas y alargadas; y su
rostro era similar al de un murciélago.
El ser lo miró con furia, soltó al indigente y lanzó un
chillido mostrando sus afilados colmillos.
El pasajero escapó saltando por una ventana del vagón, y
corrió como alma que lleva el diablo hasta que llegó a lal uz del andén, sin
dejar de escuchar los chillidos inhumanos del ser tras él. Cuando logró llegar
al andén, subió y con horror pudo sentir que la criatura lo sujetaba de la
pierna derecha; un horror que lo llevó a desmayarse.
Al volver en sí, despertó en un hospital y narró su
testimonio a las autoridades, que indudablemente no creyeron en su historia.
Desde entonces, el pasajero evita subirse al metro, pasar cerca de las
coladeras o los respiraderos del sistema de transporte.
Y ahora sabe, porqué los vagones del metro siempre son
limpiados al final de cada recorrido.
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