domingo, 7 de agosto de 2016
¿Por Qué Tenemos Pesadillas?
Dentro de la interpretación de los sueños, aquellos
considerados como “pesadillas” poseen una importancia más o menos destacada,
pues durante siglos, estuvieron atribuidas a la injerencia de las fuerzas del
mal, y durante largos años se creía que eran castigos inflingidos por los
dioses a quienes no habían obrado correctamente; y, por tanto, fueron muy
temidos.
Con el paso de esos mismos años, la ciencia se ha ido
abierto paso, y a día de hoy, a pesar de ser -no obstante- un mundo en muchos
casos desconocido, sabemos que las pesadillas más que un tipo determinado de
sueños en sí, destacan por su naturaleza fría, adversa, pues nos provocan
temor, angustia.
Y es que según muchos estudiosos, las pesadillas suelen
estar más relacionadas por ese lado “oculto” que todos tenemos, por esa parte
oscura que mora en nuestro interior y de la que deseamos escapar. Por tanto,
las pesadillas pueden ser consideradas como el reflejo mismo de nuestro propio
dolor, de nuestras propias inquietudes, de nuestros sentimientos. Aquellos que
reprimimos mientras estamos despiertos, debido, en la mayoría de las ocasiones,
a los condicionamientos sociales.
Ejemplos claros de lo que estamos comentando serían los
celos, el odio, la envidia, la codicia… e incluso el deseo sexual. Pero también
traumas del pasado, y esas otras situaciones de gran adversidad vividas en
nuestra etapa adulta y de la que no supimos o no sabemos salir.
Se ha demostrado científicamente que las pesadillas no sólo
producen efectos “negativos” a nuestra concepción psicológica, sino a su vez a
nuestro físico:
- Agitaciones interiores y movimientos considerados como
bruscos, con temblores. Ocasionalmente, se puede producir un ligero dolor de
cabeza.
- Sudoraciones exageradas, y aumento de la temperatura del
cuerpo de forma repentina.
- Podemos emitir gritos, padecer agresividad y lanzar
golpes.
- Alteración tanto del ritmo cardíaco como el respiratorio.
Es imprescindible entender que tener pesadillas no es
“negativo”, pues nos pueden alertar acerca de esas inquietudes que tenemos,
pero de las que no nos podemos darnos cuentas. Momento en el que, a través de
una correcta interpretación, sabremos aquello que pensamos pero que no nos
hemos podido plantear directa y conscientemente.
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