martes, 9 de febrero de 2016
Moras y encantadas
En lo que respecta a los seres
feéricos, por toda Extremadura se suele hablar de las moras (como en
Galicia, la Meseta en general, Murcia o Aragón, que no tienen mucho
que ver con las moras históricas) o de encantás o encantadas (como
en la Meseta o en Asturias occidental).
No se diferencian mucho de las
encontradas en otros puntos de la península, incluyendo las xanes de
Asturias central, de manera que se les supone mujeres de singular
belleza que, debido a algún hechizo o maldición, adquieren poderes
y características sobrenaturales, y que habitan en castillos
abandonados, orillas de fuentes, charcos o arroyos, pasando el día
peinando sus largos cabellos esperando que acuda algún galán a
desencantarlas. A menudo se las asocia a tesoros reservados para el
que logre desencantarlas, como las mouras gallegas o las ayalgas
asturianas. A veces sólo se dejan ver por algún paraje en
determinada fecha del año. No seguir las condiciones pertinentes
para desencantarlas puede traer consecuencias fatales.
Respecto a las encantadas asociadas a
fuentes, es recurrente en la Alta Extremadura el relato sobre el
descubrimiento en una fuente de una cadena de oro a la que no se le
ve el fin, seguida de la desaparición de dicha cadena al cortar un
pedazo de ella para guardárselo y el posterior murmurar de una voz
en la fuente lamentándose por haber perdido para siempre la
posibilidad del desencantamiento.
Las encantadas no siempre aparecen como
seres benévolos. También es común por Las Hurdes la historia sobre
una misteriosa tienda de baratijas atendida por una mora que aparece
mágicamente en un lugar encantado durante la hora anterior a la
medianoche. La mora sólo es desencantada si a la pregunta de cuál
es el mejor objeto de la tienda se responde que es la propia mora.
Los que responden que son las tijeras de oro o los afilados cuchillos
son muertos vengativamente con esos mismos instrumentos. A veces se
sustituye a la mora dueña de la tienda en la leyenda por una
jáncana. Historias parecidas, con tienda y tijeras amenazantes,
existen también en Galicia.
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