miércoles, 3 de febrero de 2016
La Santa Compaña.
Probablemente la leyenda urbana más
conocida y escalofriante de cuantas hay en la tradición oral en
España. La Santa Compaña es una procesión de muertos que vagan por
la noche reclamando el alma de los vivos…
Álvaro llevaba años sin poner los
pies en el pueblecito de Galicia donde creció; pero, la grave
enfermedad que sufría su padre, le obligó a desplazarse a la zona
rural donde se crió para darle un último adiós. Por desgracia su
padre tenía las horas contadas.
Angustiado por el ambiente familiar que
había en la que antes fue su casa, decidió salir a pasear para
despejarse un poco. No le importó que ya hubieran pasado las 2 de la
madrugada, tenía que separarse de sus hermanos, unos insensibles que
como parásitos ,y con su padre aún con vida, se repartían la
herencia como hienas despedazan la carroña.
Distraído y con la mente en otro lado,
caminaba por los abandonados caminos que llevaban a la ermita del
pueblo, una pequeña iglesia que se cerró varios años atrás por el
grave deterioro que había sufrido su tejado en una lluvia de
granizo. La ermita antes era la última escala en la procesión del
pueblo, que finalizaba llevando la imagen de un Cristo desde la
Iglesia que había cerca de la plaza hasta allí. Pero cada vez eran
menos los habitantes de la comarca y el pueblo parecía una
fantasmagórica visión de lo que Álvaro recordaba de su niñez, por
lo que la ermita nunca fue restaurada.
Cuando se encontraba a escasos metros
del tramo final, escuchó una especie de cánticos, su curiosidad le
llevó a acercarse aún más, pero algo en su interior le decía que
debía esconderse. Un frío indescriptible parecía metérsele en los
huesos y comenzó a sentir un fuerte olor a cera quemada.
Instintivamente decidió ocultarse tras
unos arbustos para contemplar aterrado lo que parecía una romería
fantasmal precedida por un hombre que con la cara demacrada portaba
una cruz en la mano; los demás integrantes eran aún mucho más
aterradores, pues claramente podía verse que ya estaban muertos y
sus rostros eran poco más que unas calaveras que movían sus
escalofriantes mandíbulas mientras entonaban un rosario. Todos los
muertos portaban una vela en su mano y su lento paso parecía
dirigirles directamente a la casa del padre de Álvaro.
Álvaro, tan asustado como intrigado,
decidió seguir a distancia a la cadavérica procesión, que cada vez
se acercaba más a la que fue su casa, el lugar donde sufría la
agonía de una lenta enfermedad su padre. Hasta que sorprendentemente
su padre apareció caminando y, sin mediar palabra, uno de los
esqueletos envuelto en una túnica se le acercó y le ofreció una de
las velas. Su padre, como hipnotizado, alargó la mano y la recogió,
y tal y como había aparecido se esfumó en ese instante. El resto de
integrantes de esa Santa Compaña también parecieron evaporarse en
una extraña niebla. Todos menos el portador de la cruz, el primer
integrante de la procesión de muertos que quedó tendido en el suelo
durante unos segundos. Pasado ese tiempo se levantó, y con la cara
totalmente descompuesta por el cansancio y como si su misma vida
fuera gradualmente absorvida por la compañía de los muertos, como
un sonámbulo comenzó a caminar en dirección al pueblo.
Álvaro estaba tan petrificado por el
miedo que no podía moverse, sólo el grito desgarrador de una de sus
hermanas le despertó del shock en el que se encontraba. Casi sin
darse cuenta había caminado siguiendo a la Santa Compaña hasta
escasos metros de la casa de su padre, y el grito confirmó sus más
temidas sospechas: la procesión de muertos había venido a reclamar
el alma de su padre.
Corrió tan rápido como pudo hasta la
habitación donde yacía su padre ya sin vida, prácticamente toda la
familia se encontraba con él en el momento que su alma abandonó su
cuerpo, Álvaro entendió en ese momento que la imagen que vio de su
padre no era más que su alma uniéndose a una Santa Compaña con la
que vagaría eternamente reclamando el alma de otros moribundos.
NOTA: La Santa Compaña es una de las
leyendas urbanas más conocidas y escalofriantes de la tradición
oral española. Aunque normalmente todas las personas que dicen haber
visto esta procesión de muertos se ubican en Galicia, también hay
casos de avistamientos en Asturias y otras regiones del norte de
España, donde también se la conoce como Güestia.
Básicamente se trataría de una
procesión de muertos “liderada” por un vivo que porta una cruz,
este portador camina como si estuviera sonámbulo y no recuerda nada
al día siguiente, aunque su vida se va consumiendo poco a poco por
la compañía de los muertos. Sólo si encuentra a otro vivo capaz de
ver a la Santa Compaña, y le entrega su cruz, se liberará de la
maldición que noche tras noche le obliga a liderar la comitiva de
difuntos. Por otra parte los muertos llevan en su mano una vela o
cirio cada uno, cuando encuentran a una persona que fallecerá dentro
de poco le entregan su vela, si la persona la acepta morirá en un
corto plazo de tiempo.
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