- No te precoupes, si no me desvía mucho del camino te acercaré a tu casa.
lunes, 1 de febrero de 2016
El Puente De Los Lamentos.
Una de las leyendas urbanas más
aterradoras y difundidas en Estados Unidos cuenta la historia de un
puente, en el que si detienes tu vehículo por la noche, podrás
escucharse los lamentos y llantos de un bebé. ¿Te atreverías a
comprobarlo?…
Tom viajaba de noche por una carretera
comarcal de Ohio, era un viaje tranquilo y porque no decirlo tal vez
un poco aburrido. Para entretenerse había sintonizado una frecuencia
de radio en la que un loco predicador hablaba de la salvación
eterna, por supuesto después de hacer una generosa donación a su
iglesia. Tom solamente de escucharle se estaba poniendo enfermo,
¿cómo podia existir gente que le creyera? ¿no estaría prohibido
vender productos falsos como las astillas de la cruz de Cristo o las
lágrimas de la virgen María? Estaba tan indignado que casi no se
dio cuenta de una jovencita que caminaba por el árcen de la
carretera y le hacía gestos para que se detuviera.
Casi frenando en seco Tom detuvo su
vehículo pocos metros por delante de la chica.
- Cielo, como se te ocurre caminar sola
a estas horas con el frío que hace, he estado a punto de llevarte
por delante con mi coche – dijo Tom mientras reducía el volumen de
la radio.
– Gracias por detenerse señor, tengo
mucha prisa porque mi bebé me está esperando, se me ha hecho de
noche y nadie se ha detenido para ayudarme, usted debe ser la tercera
persona que veo en media hora y el primero que me ayuda.
Tom no acostumbraba a recoger
autoestopistas y probablemente si no hubiera estaba tan absorto con
el programa de radio que escuchaba no se hubiera arriesgado a detener
su vehículo para ayudar a una desconocida. En todo caso al ver la
cara de preocupación de la que parecía casi una niña y escuchar la
historia de que debía reunirse con su bebé se conmovió.
- Hola, me llamo Tom, no se como no te
has congelado en una noche como esta – le dijo mientras le ofrecía
una sonrisa.
-Muchas gracias Tom, soy Sarah, no
tenía previsto caminar hasta tan tarde, realmente no estoy lejos de
casa, sólo hay que llegar al próximo puente que está a un par de
kilómetros, allí está mi bebé esperándome.
Tom no se atrevía a preguntarle la
edad a la chica, le había dejado impresionado que nombrara dos veces
a su bebé pues no aparentaba tener mas de catorce o quince años.
Fijándose un poco en las ropas de Sarah se dio cuenta que
probablemente perteneciera a algún tipo de congregación amish
porque sus holgadas vestimentas parecían casi sacadas del siglo
pasado. Estaba confuso y no sabía que tema de conversación sacar
pues aunque se moría de ganas de comentar con alguien las
estupideces que pregonaba en su discurso el predicador, sabía que
los amish eran bastante religiosos y lo que menos pretendía era
incomodar a la chiquilla. Casi sin darse cuenta se creo un incómodo
silencio que duró un par de minutos hasta que…
-¡Es aquí! – dijo la chica al
acercarse al puente que le había mencionado antes.
Tom redujo la velocidad del vehículo
hasta que como por arte de magia, al situarse sobre el puente, el
coche se detuvo solo. Las luces, la radio y la calefacción se
apagaron y por más que trataba de arrancar nuevamente le resultaba
imposible. Y entonces sintió algo a su izquierda…
Era como si todos los animales que
habitan la noche se hubieran puesto de acuerdo para hacer un silencio
absoluto, no se escuchaba nada, ni tan siquiera el viento mover las
hojas de los árboles cercanos. Cuando de repente un suave llanto se
empezó a oir, era como un susurro que cada vez se hacía más
fuerte. Bajó la ventanilla para escuchar mejor y cuando se dio la
vuelta vio que la chica ya no estaba en el asiento del copiloto.
Era verdaderamente extraño, porque no
había escuchado abrirse o cerrarse la puerta de su acompañante,
también le resultó raro que se fuera sin despedirse pues se había
mostrado muy educada durante los escasos minutos que la había
conocido. Pero lo que verdaderamente le atormentaba era ese llanto
que cada vez era más intenso, como el de un bebé que lleva
desatendido horas. Bajó del vehículo y se acercó al borde del
puente donde parecía que se escuchaba con mayor intensidad. No había
duda provenía de debajo del puente.
Tom no era un hombre valiente pero se
encontraba como hipnotizado por los quejidos de lo que parecía un
bebé, pensó que tal vez Sarah había bajado a atender a su hijo y
por eso, con las prisas, no se había despedido, así que regresó a
la entrada del puente y bajó al río por uno de los laterales.
Descendió hasta encontrarse cerca del
río, el lugar del que parecía provenir el llanto. Misteriosamente,
y aunque no podía ver nada, cada vez podía escuchar con más
claridad el lamento del bebé, era extraño porque parecía provenir
de las aguas y por más que miraba junto a su lecho no podía ver
nada, pero entonces lo sintió…
Como si una fría aguja de hielo se
clavara en su espalda, le sacudió un escalofrío que le dejó
prácticamente petrificado. Podía notar como alguien le miraba desde
el puente, una mirada fija que le helaba la sangre. Lentamente
levantó la cabeza para ver quien le vigilaba y cayó al suelo de la
impresión…
Colgando del puente se encontraba el
cadáver se Sarah que parecía haberse ahorcado con una cuerda atada
a la barandilla del puente. Sus fríos ojos de muerta le miraban
fijamente, su rostro tenía una extraña mueca de dolor y su boca
parecía desencajada, pero lo más aterrador estaba por llegar.
Porque aunque Sarah parecía llevar varios días muerta en el lugar,
empezó a moverse. Un brazo se extendió y con un dedo señaló el
lecho del río.
Tom aún desde el suelo estaba tan
petrificado por el miedo que no se atrevía a moverse, pero como la
luz atrae a los insectos nocturnos casí sin poder evitarlo giró su
cabeza hasta mirar al lugar donde apuntaba el dedo en descomposición
de Sarah.
En el agua podía verse el cuerpo de un
recién nacido flotando boca abajo y una vez más escuchó el llanto
desconsolado.
El miedo dio camino al pánico y el
terror que antes le paralizaba ahora le obligaba a correr, a correr
tan rápido como podía. Subió tropezando por la cuesta por la que
había descendido al cauce del río y se metió nuevamente en su
coche. Pero no arrancaba y cada vez se escuchaba más cerca el llanto
del niño y el lamento del espíritu de Sarah. Totalmente desesperado
empezó a empujar el vehículo que, tan misteriosamente como se había
apagado, se encendió solo al cruzar el puente. Subió al coche y
condujo tan rápido como pudo para escapar del Puente de los
Lamentos.
NOTA: La leyenda de los “Puentes del
llanto del bebé” (Crybaby Bridge) es una de las más conocidas en
Estados Unidos y tiene especial difusión en el estado de Ohio donde
prácticamente todos los puentes de construcción antigua tiene su
propia leyenda. La mayoría de estas historias tiene un punto en
común, una madre demasiado joven que tras ocultar su embarazo decide
arrojar a su bebé recién nacido al río desde un puente para que
sus padres no la descubran. El bebé muere ahogado (o golpeado por
las rocas según la versión) y la madre sufre tal sentimiento de
culpa que acaba suicidándose ahorcándose desde una viga del puente
(o lanzándose al río ella también). Desde ese momento el alma en
pena del bebé no cesa de llorar cada noche y el espíritu de la
madre trata de encontrarlo a la orilla del río o busca ayuda de los
conductores que circulan sobre el puente.
En casi todas las versiones si detienes
el vehículo sobre el puente y te paras a escuchar podrás oir el
llanto, y lo que es más escalofriante, tu vehículo se detendrá y
no podrás arrancarlo de nuevo. La única forma de ponerlo en marcha
nuevamente será empujarlo hasta cruzar completamente el puente.
Existen muchas variantes de esta
leyenda, en algunas el espíritu de la madre y el niño te pueden
llegar a incitar a suicidarte, ahorcándote como lo hizo la madre o
simplemente saltando al río donde las frías aguas o un golpe contra
las rocas acabará con tu vida. En otras versiones se habla de un
orfanato que se incendió y los niños asustados al escapar acabaron
ahogándose en el río. Por eso es posible escuchar más de un
lamento.
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