Por lo visto, la Pascualita (el nombre que recibe la maniquí) fue la hija de la tendera. Toda la vida la pasó en la tienda y sirvió a su madre como modelo de todos los trajes de boda que confeccionaba. Estos trajes adquieron la fama que aquella mujer que se casara con uno de los trajes probados por la Pascualita, sería una mujer feliz.
Pero el destino cruel, pasó factura a tanto glamour, a tanta fama y a tanta belleza. El mismo día de su boda, la Pascualita murió a causa de la picadura de un animal venenoso que se encontraba enredado en el velo de su vestido. Fue ponérselo y murió.
Tan bella era que, la madre (la dueña de la tienda) mandó embalsamarla para que su belleza se hiciera inmortal y la vistió con el bestido nupcial.
Se dice que, por la noche, mientras la tienda permanece cerrada, la Pascualita se mueve, cambia de posición y sale a la calle. Y que además cuando pasas a su lado, te sigue con la mirada.
Se dice que no dejan que nadie la toque. Pero en el siguiente vídeo el cámara se ha acercado tanto que se pueden observar algunos detalles que dan que pensar. Para mi, SÍ es cierto que más que un maniquí de plástico es una mujer de carne y hueso.
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