jueves, 3 de marzo de 2016
El Entiznáu
Este ser de la mitología hurdana,
aunque es a menudo clasificado como “duendi” por los propios
hurdanos y llamado a veces “Duendi Tiznáu” o “Duendi
Entiznáu”, encajaría poco con las características,
comportamiento y diminutez de los duendes al uso.
Su estatura es
enorme, a veces descrito como de unos cuatro metros y en ocasiones
incluso como un gigante mayor que los montes más altos de las
Hurdes, alcanzando hasta las nubes.
Su nombre le proviene de lo oscuro de
su figura, vestido con ropas oscuras, un gran sombrero (que en
ocasiones se describe como de copa) y con la cara tiznada.
Posee la capacidad de conjurar
tormentas, provocando los rayos con el eslabón y pedernal (deslabón
y pernala, en altoextremeño) de que está provisto y los truenos
tocando un descomunal tamboril. También puede traer la lluvia
revolviendo las nubes con su sombrero. No sólo esta faceta de señor
de la atmósfera, sino también su indumentaria, lo entronca con
otros genios de las tormentas de otras zonas como el Ñuberu o Xuan
Cabritu asturiano, aunque su gran tamaño lo singulariza.
Es un tanto irascible. Cuando los
pastores rechazan ofrecimientos del Entiznáu, como el de su eslabón
y pedernal para encender sus cachimbas, es cuando desata las peores
tormentas enfurecido.
Es temido por la Chancalaera, con la
que posee cierta relación de enemistad.
También existen otros genios de las
tormentas que reciben el nombre de "escolar".
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