Jacke era feliz con su vida, no tenía pareja, pero eso no le importaba, le gustaba vivir solo. Bueno, al menos eso era lo que él creía.
Una noche, sobre las dos o tres de la madrugada, Jacke se despertó al oír un fuerte ruido en el ático de su casa, normalmente, no solía subir allí arriba ya que todas las cosas que el necesitaba se encontraban abajo, pero aquel fuerte ruido le obligó a subir para comprobar si se había caído algún mueble o cualquier otra cosa. En el ático no había luz, era el único lugar de toda la casa en el que no había electricidad.
Subió con una linterna que tenía guardada en su habitación, al hacerlo, no vio nada sospechoso y volvió a la cama aunque un poco intranquilo después aquel extraño incidente.
A la mañana siguiente, desayunó e hizo su rutina diaria. Jacke trabajaba de oficinista en una sede de edificios muy importante, se tomaba muy en serio su trabajo. Después de vestirse y desayunar, buscó su reloj de pulsera que tanto le gustaba. No estaba en la mesita de su habitación, él siempre solía dejarlo allí, pero ésta vez su preciado reloj estaba bajo la cama, qué extraño se dijo a si mismo.
Olvidando lo que había pasado, salió de casa y se fue directo a trabajar, el camino hasta la ciudad era un poco largo, pero eso no le importaba, le gustaba sentir el ambiente de la naturaleza mientras paseaba por el bosque.
Cuando llegó a la oficina, el jefe le regañó extrañado por haber llegado tarde, puesto que Jacke siempre llegaba puntual a su trabajo. Jacke miró su reloj y se dio cuenta de que estaba atrasado una hora menos, cómo si alguien hubiera cambiado la hora manualmente.
Salió del trabajo agotado, casi había llegado a casa, cuando de pronto, entre los árboles y matorrales del bosque que conducía hasta su casa, un escalofrío recorrió todo su cuerpo al mirar el perfil de su casa, y ver una luz que se reflejaba en la ventana del ático. ¿Estaba frente a un suceso paranormal o simplemente estas alucinaciones eran fruto de su soledad y exceso de trabajo?
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