domingo, 11 de octubre de 2015
El Paraíso Maldito Del Atolón Palmyra.
Como ya conocemos, muchos lugares de
nuestro mundo están impregnados de fenómenos paranormales,
maldiciones, o de sucesos que desafían todo tipo de explicación
racional. Casas, edificios, carreteras, incluso puentes pueden
convertirse en lugares embrujados, maldecidos, o mostrar una cierta
actividad sobrenatural. ¿Pero toda una isla podría estar embrujada
o maldecida? La respuesta a esta pregunta la encontramos en una isla
aparentemente idílica ubicada en el Pacífico Norte y conocida por
su belleza pintoresca, pero también como ser uno de los lugares más
malditos de toda la tierra.
Aunque es conocida comúnmente como
Isla Palmyra, la realidad es que se trata de un atolón, un anillo
con formaciones de coral que crecen a lo largo del borde de un
antiguo volcán hundido. El Atolón Palmyra se encuentra en el norte
del Pacífico ecuatorial, situado a unos 1.000 kilómetros al sur de
Hawái y aproximadamente entre las islas de Hawái y Samoa Americana.
Es un lugar remoto, sin habitantes, completamente virgen y cubierto
de vegetación muy densa. Todo el atolón mide sólo dos kilómetros
y medio de ancho y un kilómetro y medio de largo. El pequeño atolón
tiene una rica diversidad de vida silvestre, y es el hogar de un
próspero sistema vibrante, los arrecifes de coral.
Si leemos esto podemos pensar que
Palmyra es un lugar ideal para descansar y alejarse de todo. Sin
embargo, a pesar de toda su belleza, Palmyra también es un lugar
donde habita el mal, con una amplia variedad de eventos
sobrenaturales, extraños fenómenos, y sucesos inexplicables.
El descubrimiento de Palmyra
El atolón fue descubierto en 1798 por
el capitán Edmond Fanning, quien se dirigía a Asia a bordo de su
barco “Betsy”. Los registros históricos cuentan que mientras se
dirigía a Asia, el capitán Fanning se despertó varias veces
durante una noche debido a una extraña sensación de muerte
inminente. Perturbado por estas premoniciones, el capitán Fanning
finalmente salió a la cubierta, justo a tiempo para ver un peligroso
arrecife, al que logró evitar. El arrecife era el límite norte del
Atolón de Palmyra.
Tras el descubrimiento del atolón,
Palmyra se ganó rápidamente una reputación de ser un lugar extraño
y aterrador. Todos los barcos que pasaban cerca del atolón
informaban sobre luces fantasmales que provenía de la isla y que los
mares que la rodean estaban infestados de tiburones feroces y
misteriosas criaturas marinas. Los arrecifes peligrosos alrededor de
Palmyra también eran conocidos por destruir barcos.
Historias aterradoras
Con toda esta fenomenóloga que rodea
al Atolón Palmyra no es de extrañar que abunden innumerables
historias que aterran incluso a los más escépticos. Uno de esos
casos ocurrió en 1870, cuando un barco americano llamado “Ángel”
impactó contra uno de los arrecifes de Palmyra. Al parecer un grupo
de sobrevivientes logró llegar a la orilla, pero nunca vivieron para
contarlo. Cuando otro barco hizo una breve parada en la isla, los
cuerpos de la tripulación del “Ángel” aparecieron esparcidos
por toda la playa. Todos habían sido violentamente asesinados, sin
embargo, las causas exactas y autor de los brutales asesinatos siguen
siendo desconocidos.
Aunque uno de los más famosos
naufragios de Palmyra es el barco pirata español, “la Esperanza”,
que se estrelló contra los arrecifes de la isla, mientras que
transportaba grandes cantidades de oro y plata saqueados de los Incas
en Perú. Los sobrevivientes del naufragio lograron cargar algunos de
los tesoros en balsas y llegar a la isla. Después de permanecer
varados en Palmyra durante todo un año, los demacrados
sobrevivientes enterraron sus tesoros e hicieron un intento
desesperado por escapar con sus balsas. No se supo nada más de
ellos. Sólo hubo un único sobreviviente que logró ser rescatado
por un barco ballenero en el que murió de neumonía sin divulgar la
ubicación del botín. El tesoro escondido de la plata y el oro inca
permanece en Palmyra hasta nuestros días.
También hubo sobrevivientes de
naufragios que consiguieron llegar a la orilla en Palmira y que
escaparon con vida para contar sus aterradoras experiencias. Alguno
de ellos afirmaba que los bosques de Palmyra eran el hogar de bestias
oscuras que observaban desde los árboles y que los propios árboles
parecían susurrar algún tipo de dialecto desconocido. Pero el agua
que rodea el atolón no era menos aterrador. Se decía que toda la
vida marina era venenosa para comer, y había un asombroso número de
tiburones altamente agresivos que merodean las aguas. Muchos de los
que sobrevivieron a los restos de sus naves fueron devorados por los
tiburones antes de que pudieran llegar a tierra.
Un conocido navegante que pasó varias
semanas en Palmyra afirmó lo siguiente:
“Había algo definitivamente fuera de
este lugar. Tuve la sensación de que no pertenecía allí. Tuve la
sensación inequívoca de que la isla no me quería ahí, si eso
tiene sentido. Me sentí de alguna manera amenazado, y a medida que
los días pasaban tuve la creciente sensación de que tenía que
salir de allí tan pronto como pudiera antes de que algo malo me
pasara.”
Las misteriosas desapariciones de
Palmyra
Además de naufragios, Palmyra también
se hizo famosa por los barcos que desaparecían sin dejar rastro,
buques que entraron en las aguas del atolón y que nunca más se supo
de ellos. Según los informes, en 1855 un barco ballenero naufrago en
los arrecifes traicioneros del atolón, pero nunca se encontró
ningún resto de la gran embarcación, como si hubiera sido tragado
por la propia isla.
Durante la Segunda Guerra Mundial,
Palmyra fue utilizado por los EE.UU. como una instalación naval y
como zona para las incursiones aéreas contra Japón. La Armada
también utilizo el atolón como estación de abastecimiento para las
patrullas aéreas de largo alcance y submarinos. Durante esos años
en Palmyra, el personal de la Armada afirmó ser testigos de los
misteriosos poderes del atolón. Muchos de los soldados que se
encontraban allí dijeron que eran superados por un sentimiento
misterioso e irracional del miedo. Este agudo sentido de temor
inexplicable era a veces tan abrumador que algunos militares
solicitaban con urgencia salir de la isla. Otros eran sucumbidos con
arrebatos violentos repentinos, produciéndose gran cantidad de
peleas e incluso asesinatos. Sin embargo, otros soldados acababan
teniendo fuertes ataques de pánico que daban como resultado
suicidios en extrañas circunstancias.
Además de esta ola de violencia entre
los hombres, también tuvieron lugar otros extraños sucesos. En un
caso, un avión de patrulla cayó sobre la isla, dejando una estela
de humo, ya que cayó del cielo. Un equipo de rescate se abrió
camino hacia donde había caído el avión, pero no encontraron nada.
De hecho, en una posterior búsqueda por toda la isla tampoco
apareció absolutamente ningún rastro del avión desaparecido o de
su tripulación. Uno de los oficiales al mando en ese momento dijo
que era “como si hubieran desparecido de la faz de la tierra”.
Después de la Segunda Guerra Mundial,
Palmyra permaneció deshabitada, pero los extraños sucesos y
experiencias inexplicables no disminuirán. Quizás el incidente más
infame que se ha producido en la isla es el misterioso y espeluznante
doble asesinato de 1974 de una pareja que visitó la isla. Fue un
caso que estuvo rodeado de extraños sucesos y que sigue sin
resolverse hasta hoy.
Un misterio que continúa hasta
nuestros días
Hay muchas teorías para explicar lo
que realmente está pasando en el atolón de Palmyra. Algunos dicen
que quien visita la isla es perseguido por las almas de los marineros
naufragados en sus arrecifes. Otros piensan que esta es una zona con
una conexión a una dimensión paralela, una membrana que nos separa
de una realidad completamente desconocida. Luego están los que dicen
Palmyra es una entidad viva que posee su propia voluntad oscura.
Hoy en día, no hay vida humana
conocida en Palmyra. Los residentes únicamente acompañan a los
científicos que recogen datos en el atolón. En su mayor parte,
Palmyra sigue siendo aparentemente tranquila, una bella isla
paradisíaca escondida del resto del mundo. Sin embargo, las
apariencias engañan. Tal vez es mejor que Palmyra permanezca
deshabitada, ya que parece ser un lugar peligroso que se encuentra en
algún reino más allá de nuestra comprensión y quizás incluso de
nuestra realidad. Tal vez por eso un navegante dijo lo siguiente:
“Palmyra siempre pertenecerá a sí misma, nunca al hombre”.
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