viernes, 11 de diciembre de 2015
El Mar Del Diablo o Triángulo Del Dragón.
Se ha escrito mucho sobre el “Triángulo
de las Bermudas” y los inexplicables y misteriosos sucesos que
lleva asociados, sin embargo, al otro lado del mundo, existe una zona
de características “parecidas” y mucho menos conocida llamada el
“Triángulo del Dragón” o “Mar del Diablo”.
Hace ya mil años que los japoneses
tienen conciencia de esta peligrosa zona. La han llamado Ma-no Umi:
el Mar del Diablo. Durante años los marineros han atribuido las
repetidas pérdidas de pesqueros a demonios marinos, agitados
dragones que suben a la superficie del océano para apoderarse de los
barcos y arrastrarlos con sus tripulantes a sus guaridas submarinas.
El Triángulo del Dragón sigue una
línea que va desde el oeste de Japón, al norte de Tokio, hasta un
punto del Pacífico y vuelve por el este, pasando por las Islas
Ogasawara y Guam para subir, de nuevo, hacia Japón. al igual que el
de las Bermudas, forma un patrón triangular. Partiendo del oeste de
Japón, al norte de Tokio, sigue una línea hasta un punto del
Pacífico que se encuentra a unos 145 grados de latitud este. Ambos
se encuentran en los 35 grados de latitud oeste y este
respectivamente. Pero las semejanzas no terminan aquí, ambas zonas
se sitúan en el extremo oriental de las masas continentales, en la
caída hacia aguas profundas donde el mar se ve arrastrado por
fuertes corrientes encima de zonas volcánicas activas.
Se trata de una zona de gran actividad
sísmica, con un fondo marino en continua transformación y fosas de
12.000 metros de profundidad. Islotes y masas de tierra emergen y
desaparecen antes de poder ser cartografiadas. Hay cartas de
navegación en las que marinos experimentados han incluido trozos de
tierra en los que han desembarcado y que ya no existen.
Desde hace miles de años los
habitantes de la zona la han calificado como extremadamente peligrosa
porque se han producido múltiples desapariciones y sucesos muy
extraños. Una larga lista de embarcaciones pesqueras, grandes buques
de la armada y aviones de todo tipo han desaparecido junto con toda
su tripulación desde hace más de mil años. Tanto los testimonios
de supervivientes, como las últimas comunicaciones de los que no
volvieron, apuntan a fallos en los sistemas de navegación,
distensiones espaciotemporales y desviaciones de la consciencia de
los tripulantes. Se ha comprobado que la actividad magnética de la
zona es superior, junto con la del triángulo de las Bermudas, a
cualquier zona del globo. Pero lo que nadie puede asegurar es que
esta sea la causa de las desapariciones.
Las narraciones más antiguas hablan de
dragones que surgen de las profundidades para tragarse naves o islas
y que se vuelven al fondo del mar sin dejar ni rastro.
Según una leyenda japonesa, existe
bajo el “Mar del Diablo”, un reino donde el tiempo se halla
detenido, también habla de barcos fantasmagóricos que aparecen
repentinamente como si subieran de las profundidades para desaparecer
al cabo de un momento.
Despertó el interés mundial
científico y naval cuando se empezó a informar de barcos patrulla,
pesqueros y aviones que se desvanecían sin dejar rastro de naves y
tripulación.
El gobierno japonés, en su afán por
saber el motivo de la pérdida de barcos y personas, financió en
1955 un buque de investigación, el “Kaio Maru 5” , para
estudiar el Mar del Diablo. Pero el barco desapareció con todos los
científicos que integraban la expedición, lo que llevó al gobierno
japonés a etiquetar la zona como “oficialmente” peligrosa.
Fue a finales de la década de los
sesenta cuando se empezaron a establecer conexiones con el Triángulo
de las Bermudas. En Japón, obviamente, las historias sobre
desapariciones de barcos en la zona eran muy conocidas pero rara vez
saltaban a la prensa internacional.
Son numerosos los testigos de
avistamiento ovni en esta zona del Pacífico. Al igual que en las
Bermudas la actividad de naves extraterrestres es enorme. Algunas
personas barajan la posibilidad de la existencia de una gran base
extraterrestre en las profundidades del océano (las fosas alcanzan
los 12.000 metros de profundidad), ellos provocarían las anomalías
magnéticas y secuestrarían los navíos, pero… ¿con que
finalidad?.
La otra teoría apunta a una
conectividad entre los polos magnéticos de los dos triángulos que
provoca una brecha espaciotemporal. La realidad es que existen dos
zonas en la Tierra en las que naves enormes desaparecen sin dejar
rastro junto a toda su tripulación, y jamás vuelven a dar señales
de vida.
Este triángulo y once más fueron
señalados por el investigador y biólogo Iván Sanderson y sus
colaboradores. El grupo estaba formado por científicos
especializados en distintas disciplinas: geólogos, meteorólogos,
físicos, astrónomos, etc. Según ellos, existen en el planeta doce
zonas de grandes perturbaciones geomagnéticas. Dos de ellas son los
Polos y las restantes son todas marítimas. Se encuentran repartidas
muy regularmente: cinco de ellas alrededor del paralelo 30 grados de
latitud norte, y otras cinco en el paralelo 30 grados sur. Están
separadas por distancias de 72 grados en cuanto a longitud.
En el año 1989, Charles Berlitz
publicó un libro llamado “The Dragon’s Triangle “(El Triángulo
del Dragón) en el que afirma que esta región del Pacífico
alrededor de la isla Miyake (Japón), más o menos a 100 kilómetros
del sur de Tokio, es una zona altamente peligrosa y mucho más
misteriosa que el famoso Triángulo de las Bermudas. Describió todo
tipo de fenómenos y desapariciones aunque muchas de ellas han sido
refutadas oficialmente por incorrectas o, incluso, falsas,
Todavía hoy, a pesar de todo tipo de
explicaciones más o menos científicas, incluyendo, raptos, agujeros
negros, “puertas dimensionales”, abducciones, tornados,
maremotos, olas gigantes, experimentos militares… incluso fraudes a
compañías de seguros, el misterio sobre lo que verdaderamente
ocurre en esta zona permanece sin explicación.
En cualquier caso, parece que un número
significativo de barcos y aeronaves han desaparecido bajo
circunstancias inusuales y resulta escalofriante la coincidencia del
alto número de desapariciones en unas determinadas zonas del
planeta, casi siempre sin dejar rastro.
La única explicación que nos queda es
que existen misterios que la naturaleza se resiste a desvelar.
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